Menú
EDITORIAL

Talante en el Ente

En el Ente el talante vuelve, el espíritu de Calviño, que batió todos los records de partidismo y carnetitis habidos y por haber, reaparece en la pantalla que es, o debería ser, de todos los españoles

Se veía venir. Si en los casi tres lustros de felipismo Televisión Española se convirtió en lo más parecido al perrito de la casa discográfica EMI, no es de extrañar que en la entrevista que ayer por la mañana realizó Pepa Bueno a Ángel Acebes pasase lo que pasó. Un simple invitado transformado en acusado, una presentadora en agente y un espacio –que por su formato y contenidos abre la jornada informativa– en un interrogatorio.
 
No es la primera vez. Poco antes de las elecciones europeas del mes de junio ya tuvieron un traspiés con otra entrevista, aquella vez se trató de una que habían realizado a Jaime Mayor Oreja, a la sazón candidato popular en dichos comicios. El Ente adujo que el retraso se debía a un "rebobinado accidental" de la cinta donde se encontraba grabada la entrevista. Y quizá fuese cierto, pero sólo en la fantasía de los que ingeniaron la excusa. Después del desaguisado técnico vino el periodístico. Un Baltasar Magro crecido fustigó a un Mayor Oreja que no terminaba de creerse el papel que le había tocado representar en aquella farsa preelectoral.
 
Siguiendo su estela, y para no defraudar a una audiencia que se ha pasado en desbandada a otras cadenas, Pepa Bueno, hasta anteayer periodista del corazón, ha repetido la receta con Ángel Acebes. Hasta tres veces le preguntó lo mismo, y tres veces tuvo que responder el ex ministro del Interior concluyendo de un modo tajante. Sin ruborizarse por su obstinación en poner a un entrevistado en innecesarios apuros, Bueno se erigió en portavoz oficiosa de las víctimas del 11-M. Recordó a Acebes que lo que interesa a las víctimas es la tragedia en sí misma, no los días posteriores. Pepa Bueno –que tras seguir las andanzas de Julián Muñoz e Isabel Pantoja en Marbella quizá se encuentre algo descolocada– ignora que la Comisión parlamentaria se convocó para estudiar a fondo el periodo comprendido entre el 11 y el 14 de marzo de este año, días en los que, de la rabia y el dolor, la Nación pasó a la sorpresa y el estupor de ver como se reventaba una jornada de reflexión.
 
"Un momento, por favor", le repetía continuamente al hoy Secretario General Adjunto del PP cada vez que éste intentaba hilvanar una respuesta. "¿Qué falló para que ocurriera la tragedia?" concluyó. Eso, entre otras muchas cosas, se está investigando en la Comisión que, con más pena que gloria, se reúne desde hace dos meses en el Congreso de los Diputados. Pero el sectarismo de la ex presentadora de Gente no le dejó ver más allá. Nobleza obliga. Probablemente Fran Llorente, su jefe, que editaba su propio telediario en La 2 en tiempos de Urdaci, esté gratamente complacido. Es verosímil pensar que Caffarel, responsable última de la designación de Bueno como conductora del espacio matinal, considere que es esto y no otra cosa, la información veraz e independiente que prometía hace muy pocos días con motivo de la presentación de la nueva temporada televisiva.
 
En el Ente el talante vuelve el espíritu de Calviño, que batió todos los records de partidismo y carnetitis habidos y por haber, reaparece en la pantalla que es, o debería ser, de todos los españoles, incluidos los que perdieron las elecciones en el mes de marzo. La directora general ya lo había advertido en junio: "los condicionamientos, si es que existen, están legitimados por las urnas", lo que, traducido al español corriente, viene a significar que la radiotelevisión pública existe para servir de herramienta al partido mayoritario en las cámaras. Hoy ese partido es el PSOE y la tele, aunque nos pese, es suya.

En Sociedad

    0
    comentarios