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Guillermo Rodríguez

Malos tiempos para las manzanas y los elefantes

El País señalaba que un día da para mucho. No en su caso: 48 horas, exactamente, ha tardado en enmendar su antológico error

IBM y Apple no han tenido una buena semana. La primera porque perderá dinero con total seguridad (5.000 millones de dólares, nada menos) y la otra porque, con casi toda probabilidad, deberá afrontar el pago de una "indemnización histórica". IBM se ha quedado compuesta y sin contrato después de que el banco de inversión J.P. Morgan Chase haya decidido cancelar el acuerdo de externalización firmado con el ‘Gigante Azul’, valorado en 5.000 millones de dólares. Es pura ley de mercado: subcontratar ciertos servicios deja de ser rentable cuando tú mismo los puedes asumir por menos dinero. J.P. Morgan Chase adquirió a comienzos de año Bank One, permitiéndole incrementar su capacidad para gestionar su propia tecnología e infraestructuras, justo el servicio que le prestaba IBM. Fuera costes innecesarios.
 
Lo de Apple es otro cantar. Tendrá que indemnizar a Apple Corps, la discográfica de los Beatles, por dos motivos: uno por falta de originalidad a la hora de escoger el nombre de la compañía –tampoco es que "manzana" sea una marca demasiada atractiva, por cierto–, pero, sobre todo, por violar una acuerdo firmado con Apple Corps en 1991 que le prohibía desarrollar cualquier tipo de negocio relacionado con la música. Y claro, poca defensa le queda a la firma de Steve Jobs cuando gran parte de sus ingresos proviene de la venta de canciones (iTunes) y reproductores musicales (iPod). Aun teniendo la defensa complicada, la compañía ha realizado pirueta y cuarto con medio tirabuzón para argumentar que en realidad no vende música, sino que se trata de "un simple distribuidor de contenidos digitales". Bello eufemismo.
 

 
A partir del 1 de octubre cualquiera que copie un CD o un DVD cometerá un delito penado con hasta tres años de cárcel. Eso dicen. Te haces una copia del último disco que has adquirido (nunca se sabe: se rayan, se pierden, quieres uno para el coche y otro para llevarlo a casa de tu hermano), te pillan y acabas en la cárcel. Estúpido. Hay que leer bien la reforma del código, como ha hecho David Bravo, para encontrar los matices. Es lo que tienen las palabras polisémicas: puedes presumir de haber robado un banco y en vez del SCH te has llevado el del parque del Retiro. O puedes creer que estás "importando" un archivo de una red P2P cuando en realidad lo estás "reproduciendo". Lo primero es ilegal, lo segundo no, siempre y cuando no se actúe con ánimo de lucro y perjuicio de tercero. En fin. Conviene echarle un ojo al artículo. Sobre todo para tener la conciencia tranquila.
 
Y a todo esto, ¿dónde está el señor Javier Ribas? ¿Dónde ha quedado su amenaza de encarcelar a los 95.000 españoles que, hace un año, utilizaban las redes P2P? Tal vez en algunos casos la amenaza gratuita debería estar penada si no con la cárcel, si con un escarmiento: por ejemplo disculparse públicamente por pretender ir .
 

 
Para disculpas las del El País por su errónea e insultante campaña de publicidad. Al menos ha dedicado casi 30 líneas a pedir perdón. Es lo mínimo. Lo más gracioso de la cuestión, por llamarlo de alguna forma, es que en su publicidad El País señalaba que un día da para mucho. No en su caso: 48 horas, exactamente, ha tardado el diario en enmendar su antológico error.

 

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