Menú
Guillermo Domínguez

Renovarse o morir

Contra grandes males, grandes remedios. Pero ahora mismo el remedio al mal que afecta al Real Madrid tendrá que ser inconmensurable. Y la principal medicina debe estar dentro de un vestuario enfermo y viciado

A nadie se le escapa a estas alturas del partido que es vox populi que los propios futbolistas del Real Madrid son quienes, directa o indirectamente, provocan la dimisión del entrenador. José Antonio Camacho ha sido el último en pagar los caprichos de las estrellas multimillonarias. El técnico murciano ha puesto fin a su efímera aventura cuando el equipo está a sólo un punto del liderato de la Liga y la Champions no ha hecho más que comenzar, por mucho que escueza la humillante derrota en Leverkusen. Camacho, siempre fiel a sus principios, se marcha con vergüenza torera, con el argumento de que los jugadores no iban a "mejorar su rendimiento" estando él en el banquillo. Razón no le falta y nadie podrá decir que es un "cobarde", aunque haya abandonado el barco a las primeras de cambio.
 
Mariano García Remón, hasta ahora segundo técnico madridista, tendrá la difícil misión de enderezar el rumbo de una nave a la deriva y, lo que es más importante, cortar de raíz las extravagancias y niñerías de unos futbolistas que se amparan en el dinero para hacer lo que les venga en gana dentro y fuera del campo. No es de recibo que un profesional como Roberto Carlos se queje de que los jugadores corren "demasiado" cuando el club más prestigioso del mundo les paga unas auténticas burradas por hacer precisamente eso, y no por salir en las portadas de las revistas de moda o ir a la última con el look más "metrosexual". ¿Que quieres caldo?... ¡Pues toma dos tazas! La situación no invita al optimismo y ya puede sacar el látigo en el vestuario García Remón, un gran conocedor de la casa blanca -también lo es Camacho-, para no correr la misma suerte que su antecesor. Y es que no conviene olvidar lo que le ocurrió a Vicente del Bosque hace casi año y medio cuando, después de dar al Real Madrid tres Copas de Europa y una Liga, tuvo que marcharse por la puerta falsa como consecuencia de un enfrentamiento con un vestuario liderado por Hierro y protegido por Valdano.
 
Las comparaciones son odiosas pero también inevitables. Y digo esto porque el Barcelona, una vez alejado el "fantasma" del holandés errante (Louis van Gaal) y con Joan Laporta como presidente, sí parece haber dado con la fórmula que conduce hacia el éxito gracias a una política propia y definida. Ha tirado la casa por la ventana, pero ha fichado a gente de mucha calidad y gastando poco más que el eterno rival. Los Ronaldinho, Eto´o y compañía le han dado nuevos aires a un equipo que -si el tiempo no me corrige- volverá a ser el de antaño. Pero claro, ¡cómo echar a quince futbolistas y no al entrenador! Pues, por muy esperpéntico que suene, tal vez esté ahí la madre del cordero. Raúl, por mucho que algunos se empeñen en llevarlo a los altares, no es un crack mundial; a Zidane y Figo le quedan dos telediarios; Beckham no ha aportado absolutamente nada y Samuel no es el "muro" que demostró ser en Roma.
 
Como en la vida son todo altibajos, el fútbol también depara estos avatares. Al Real Madrid bien podría habérsele acabado un ciclo y tal debería dejar paso a sus rivales. Le pasó al Manchester United en Inglaterra y al Bayern de Múnich en Alemania. España, claro, no iba a ser una excepción. Contra grandes males, grandes remedios. Pero ahora mismo el remedio al mal que afecta al Real Madrid tendrá que ser inconmensurable. Y la principal medicina debe estar dentro de un vestuario enfermo y viciado. Florentino Pérez debe darse cuenta de ello cuanto antes.

En Deportes

    0
    comentarios