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Juan Carlos Girauta

Una larga y dura travesía

Mejor será que, a partir del congreso del viernes, los hombres de Rajoy se preparen para una larga oposición en la que no cabrán las componendas ni el pasteleo

No pocos observadores se están apuntando a la hipótesis de unas elecciones anticipadas con las que Rodríguez querría dotarse de mayoría absoluta. La posibilidad fue manejada hace meses como una certeza por los responsables del PP, en cuyo análisis la disolución anticipada de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones serían más bien el fruto de la inviabilidad de este tripartito de hecho. Como muestra, un botón: Carod le da tres meses de plazo a Rodríguez para que reagrupe en el Principado a los diecisiete presos catalanes procesados o condenados por terrorismo. Si Rodríguez acepta, que se prepare para cualquier cosa, pues esta comunidad tiene plenas competencias en materia penitenciaria. Si no acepta, es posible que Carod le retire su apoyo.
 
A la luz de la encuesta de El País (basada en mil llamadas telefónicas), este sería el momento ideal para volver a las urnas. Ideal para el PSOE, claro, que estaría sacándole ¡nueve puntos! de ventaja al PP. Así que las desafortunadas intervenciones de las hesitantes ministras cuota, las reverencias de Moratinos ante Marruecos y el plano discurso adolescente de Rodríguez, lejos de perjudicarles, han provocado una avalancha de nuevos votos socialistas y han fidelizado los prestados tras fulminante y colosal manipulación emocional. Caramba, presidente, cuando llamó usted tras los atentados a gente tan relevante como Pedro J. Ramírez para contarle el cuento de los terroristas suicidas (ver 11-M La venganza), ¿imaginó que la intoxicación iba a ser tan rentable y tan perdurable? En fin, la cuestión no es si nosotros confiamos en las encuestas de El País, sino si confían ellos; no infravaloremos el fenómeno del group thinking.
 
Dos cosas invitan, sin embargo, a pensar que el presidente querrá agotar la legislatura. La primera es la tendencia a aplazar dos o tres años todas aquellas cuestiones sobre la organización del Estado que pueden molestar a los barones del PSOE, con un horizonte de reforma constitucional que deja el requisito de disolución de las Cortes para su fecha natural. La segunda, y más significativa, es el ejemplo de Maragall: ante el fortalecimiento del PSC, que barrió en las europeas, arreciaron también los rumores sobre la disolución del Parlament en noviembre. Maragall los ha silenciado de un plumazo al detallar su minucioso proyecto común con independentistas y comunistas, subrayando que el tripartit conforma una unión estratégica, no táctica.
 
Mejor será que, a partir del congreso del viernes, los hombres de Rajoy se preparen para una larga oposición en la que no cabrán las componendas ni el pasteleo, y en la que se revisarán a la baja los pactos de Estado. Años durante los cuales se verán obligados a defender solos, a cara de perro, los principios y valores en los que creíamos que se basaba la democracia española. Será una larga y dura travesía.

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