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EDITORIAL

Los nacionalistas y su insaciable trastorno de identidad

"No era poco el delirio que les inculcó el padre fundador Sabino Arana, como para que ahora vengan a darle cuerda el Zapatero de la fija sonrisa, de la mano de Maragall-Rovira y de la "identidad de los pueblos" de España..."

En su primer discurso como presidente del PNV en el “Día del partido”, celebrado en la localidad alavesa de Foronda, Josu Jon Imaz ha hecho un llamamiento a la movilización de las bases de su partido para que en las próximas elecciones autonómicas, previstas para mayo, los nacionalistas logren la mayoría absoluta que permita aprobar el plan Ibarretxe en el Parlamento vasco.
 
Se constata una vez más, pues, la determinación de los nacionalistas en subvertir lo que es una consulta para que los ciudadanos vascos elijan a sus representantes autonómicos de los próximos cuatro años, y convertirla en coartada para violar el Estado de Derecho y decidir a su antojo el entramado político y constitucional del Pais Vasco y del resto de España. Una especie de pretensión golpista con la excusa de las urnas, pero a la que tampoco se renunciará en ningún caso.
 
En este sentido, Imaz se ha dirigido al jefe de Gobierno, Rodríguez Zapatero, "ahora que se abre una reforma constitucional", para advertirle, con esa forma característicamente totalitaria del nacionalismo identitario, de que "los vascos sólo aceptaremos participar en un proyecto de Estado en el que podamos participar desde nuestra libre decisión; nunca aceptaremos una Constitución española que no nos reconozca este derecho".
 
Se olvida Imaz de que los vascos ya votaron mayoritariamente a favor de la Constitución española y que, desde entonces, tienen la misma “libertad de decisión” política que el resto de los españoles. Aunque nunca se debe renunciar a hacer pedagogía frente al contradictorio y falso derecho de autdeterminación, la verdad es que poca novedad hay en el discurso de Imaz: Los “trastornos de identidad” de los nacionalistas serán siempre incurables mientras se apropien en exclusiva de los vascos y mientras hablen siempre de ellos en primera persona del plural.
 
Lo único que cabe constatar es que el famoso “talante ZP” —que, frente a la “crispación” e “inmovilismo” de Aznar, tanto se nos prometía como pócima para aplacar a los nacionalistas— lo único que logra es hacerlos más insaciables. No era poco el delirio que les inculcó el padre fundador Sabino Arana, como para que ahora vengan a darles cuerda el Zapatero de la fija sonrisa, de la mano de Maragall-Rovira y de la identidad de los pueblos de España...
 
 

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