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GEES

Por una política de ideas

Lo fundamental, donde hay que trabajar, es en el núcleo ideológico que dará coherencia al conjunto de acciones y que permitirá a la ciudadanía entender el porqué y el adónde.

Hay quien confunde la geografía con la filosofía y no son lo mismo.
 
El debate político es una tensión entre ideas distintas, que afectan al conjunto de la visión que el hombre tiene sobre sí mismo y sobre el papel que le corresponde en la vida social. Los partidos vertebran el debate, pero sin ideas no son más que máquinas de poder en busca de un elector. Cuando se habla del “centro” político no se hace referencia a una filosofía o a un ideario. El centro es un punto en el espacio que se caracteriza por ser equidistante de otros. Trasladado al ámbito político, sería una formación que se define por su equidistancia de otras y no por disponer de una visión propia basada en un conjunto de principios y valores.
 
Se oyen voces en el Partido Popular, en la antesala del Congreso Nacional, que demandan un giro al centro tras el fracaso de las últimas elecciones generales. Bien está repasar qué ocurrió y cómo llegaron a donde ahora se encuentran, pero quizá esa no sea la conclusión más acertada.
 
El Partido Popular ha recorrido un importante camino desde su fundación, pero sus carencias son evidentes. Aznar impuso disciplina y un programa de gobierno. La primera ocultó una notable variedad de posturas. El segundo, la falta de un auténtico ideario; algo fácil de entender, por la historia reciente de España, pero de graves consecuencias en el largo plazo.
 
La España liberal-conservadora necesita de una fuerza política dotada de un auténtico ideario, resultado de una reflexión sobre los problemas de hoy hecha desde los principios de la filosofía occidental. La defensa de nuestros valores comunes requiere de una base ideológica firme. Sobran ilusionistas y jugadores en el corto plazo.
 
El Partido Popular gobernó gracias a una buena gestión y a una excelente política antiterrorista, pero en ningún momento fue capaz de erosionar la hegemonía intelectual de la izquierda. Es más, apenas si lo intentó. Éste es el reto inmediato, el más importante. Es un error distraerse en políticas sectoriales o en tratar de ocultar temas que hoy resultan incómodos a algunos, por su efecto de imagen. Las políticas sectoriales no son más que la expresión de la política de un partido sobre un tema concreto. Lo fundamental, donde hay que trabajar, es en el núcleo ideológico que dará coherencia al conjunto de acciones y que permitirá a la ciudadanía entender el porqué y el adónde.
 
Puede que la izquierda tenga un ideario de andar por casa, una cultureta, pero gracias a su trabajo de años, y al de las empresas de medios afines, ha ordenado la mente de muchos hasta lograr imponer sus valores entre propios y ajenos. Si los sectores liberal-conservadores no dan esta batalla estarán siempre a la defensiva y sus políticas no lograrán calar lo suficiente como para conseguir la necesaria estabilidad.
 
El reto que tiene ante sí el Partido Popular no tiene que ver con la geografía ni con la imagen. Desde el reconocimiento del importante camino recorrido deben dar un paso adelante y tratar de dotarse de un auténtico ideario. Si hay que aprender una lección de las pasadas elecciones es que no se puede confiar en los resultados de una buena gestión, hay que convencer a los ciudadanos –y de paso a los propios diputados y cuadros– de los fundamentos de esa acción de gobierno. La política no es sólo ganar elecciones, hay que vencer, sobre todo, en el terreno de las ideas.

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