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Amando de Miguel

El habla popular

Varias veces he recogido aquí las variaciones populares para denominar a los euros, tan deseados como escasos. Benjamín Faulí (Málaga) añade algunas perlas que ha recogido en la Axarquía: los oros (lojóroj) y los hurones (supongo que con hache aspirada). Quede ahí la papeleta para la colección. Según M.E. Mulet, en Mataró se refieren a los loros. Pedro Víctor Benac Earle añade otra versión: jeuros. Roberto Méndez ha oído óreos. ¡Y yo que lamentaba la ausencia de equivalencias populares para los dichosos euros!
 
Benjamín Blanari (Barcelona) añade algunas precisiones de interés. Por lo visto, los alemanes llaman teuro (pronunciado “toiro”) al euro (que en alemán es “oiro”). Es un juego de palabras con teuer (pronunciado “toiar”) que significa “caro”. Se alude así al efecto del redondeo que produjo un encarecimiento de los precios con la llegada del euro.
 
Hemos tratado varias veces el asunto del género de los árboles, si son masculinos o femeninos. Alfredo Barra (Huesca) me dice que en Huesca se dice “la manzanera” por el manzano. Yo también he oído decir en Aragón “la perera” o “la mengranera” (el granado).
 
Hacía tiempo que no comentábamos las cretineces que se propagan a costa del dichoso género de las palabras. Lo mejor es tomárselo a broma. Reproduzco una festiva versión del poema de Miguel Hernández. La envía Miguel Sánchez (Granada).
 
Andaluzas y andaluces de Jaén,
aceituneros y aceituneras altivos y altivas,
¿podéis vosotros y vosotras decirme
de quién son aquellos olivos y aquellas olivas?
 
 En realidad, los dos últimos versos eran en el original: “Decidme en el alma: ¿quién, / quién levantó los olivos?”. Pero se entiende la broma.
 
Santiago (ilegible) aporta una verdadera perla: “los trabajeros y las trabajadoras” era una fórmula que empleaba mucho Hitler.
 
Sobre la broma de “homomonio” (casamiento homosexual), Rafael Cendón Guardia me sugiere que incorporemos una nueva acepción de antimonio, aversión a uniones matrimoniales o similares. Espero que no se me irriten los gayos, de suyo tan serios. Uno de ellos ─anónimo─ me escribe una procaz misiva para decirme que yo soy un homosexual reprimido. Vaya por Dios.
 
A propósito del homomonio, José Vázquez propone que mejor sería androgamia o ginecogamia. La razón, dice, es que los neologismos no deben mezclar voces latinas y griegas en el mismo vocablo. En teoría puede que sí, pero esa caprichosa norma se conculca todos los días. Sin ir más lejos, Sociología está formada por una voz latina y otra griega. Nadie protesta.
 
Rafael Martín Cantos me dice que utiliza mucho la voz zangolotino aplicado a sus hijos, quiero entender que cariñosamente. Me pide que cuál sería el antónimo. Zangolotino es una palabra muy expresiva, quizá por los sonidos que recoge. Se aplica a los mozalbetes que se han desarrollado físicamente pero son todavía niños. Lo contrario sería un zagal hecho y derecho. Zangolotinos pueden ser esos mocetones desgarbados, con los pantalones caídos, que se pasan la tarde jugando, silenciosos, con el tablero de ruedas o como se llame.
 
B. Shakery se asombra de ese eslogan que se repite en Andalucía, incluso en las tapias de los cementerios: “Andalucía se levanta” o “Entre todos levantaremos Cádiz”. Comparto el asombro y me maravillo de eslóganes tan pobretones en la Andalucía chispeante. ¿No será una extraña supervivencia del “Arriba España”? Como es sabido, el origen de esa expresión de verticalidad, de levantarse, está en el vasco. Gora no quiere decir “viva” sino “arriba”. Recordemos el Glorioso Alzamiento de 1936. Ahora el fútbol ha vuelto a ensalzar lo que acontece “arriba” (el campo contrario).
 

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