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Alicia Delibes

El poder de la propaganda

Difícil lo tiene Esperanza Aguirre como todo político que quiera ser honesto y se considere con el deber de poner todo su esfuerzo al servicio de la verdad y de la libertad

Hace tiempo que Alberto Ruiz Gallardón da muestras de estar convencido de que no se merece a un partido tan carca y mediocre como el que le ha conseguido la fama de gran político que tiene. Gallardón ha querido siempre que se notara que él es otra cosa distinta que Esperanza Aguirre, que Mariano Rajoy o que el mismísimo Aznar. Y ahora Gallardón ha lanzado su órdago: o el Partido se viene conmigo o yo intento destruirlo.
 
Y en este órdago ha topado con Esperanza Aguirre, una mujer de fuerte personalidad y una política honesta y leal a su partido. Y hete aquí que los manipuladores de conciencias, los que usan la propaganda como arma fundamental para lograr sus fines empiezan a hacer circular la perversa idea de que Esperanza Aguirre es la Le Pen española, la representante de la extrema derecha totalitaria y xenófoba, la heredera de Hitler.
 
Dentro de este pernicioso juego ha entrado la columnista de El Mundo, Carmen Rigalt, que escribió el domingo un artículo en el que recordaba cómo ella, junto con toda la progresía borreguil, creyó que Esperanza era boba, ignorante y frívola, pero ahora piensa que de boba no tiene un pelo y que lo que tiene es un gran peligro, el mismo que tiene el ultraderechista Le Pen. Con este "agudo" análisis político lo que demuestra Rigalt es el triunfo de las tácticas descalificadoras de la propaganda leninista: primero se intenta ignorar al oponente; cuando esto no se consigue, se busca ridiculizarle; y, si también se fracasa, se opta por la descalificación moral. Lo malo de las palabras de Rigalt no es que con ellas pretenda descalificar a Aguirre sino que intenta desarmar moralmente a quienes la apoyamos, a sus electores de la Comunidad de Madrid y a todos aquellos miembros de su partido que "osen" poner en ella su confianza en las próximas elecciones a la presidencia del Partido Popular de nuestra región.
 
Difícil lo tiene Esperanza Aguirre como todo político que quiera ser honesto y se considere con el deber de poner todo su esfuerzo al servicio de la verdad y de la libertad. Y difíciles tiempos los que nos toca a todos vivir, con el fantasma del totalitarismo fundamentalista ya entre nosotros y la sumisión a la propaganda tentando constantemente nuestra razón. Ojalá que el deseo de libertad de los españoles sea hoy suficientemente fuerte como para derrotar a quienes utilizan sin rubor la propaganda para alcanzar sus fines.

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