Desde que los socialistas llegaron al poder están obsesionados por poner al frente de las empresas privatizadas a personas próximas al PSOE, con independencia de si el trabajo de sus actuales gestores ha sido bueno o malo. Así, en los primeros meses del gobierno Zapatero las declaraciones en este sentido se han prodigado, unas para reclamar ese control, otras, como las de Solbes, para decir que los cambios en las cúpulas empresariales son cosa de los accionistas. Pero como el Estado ya no está en el capital de esas compañías, no puede imponer así como así a quien quiere de presidente en tal o cual empresa.
Una de las compañías privatizadas que los socialistas querían controlar es Indra, la empresa de tecnología española que puede exhibir con orgullo el título de único proveedor extranjero de la armada estadounidense, el cliente más exigente del mundo. El problema es que el socio de referencia de Indra es Cajamadrid, que tiene el 10,5% del capital, mientras que los fondos norteamericanos Chase y Fidelity controlan otro 10,7%. La siguiente participación en importancia no llega siquiera al 1%. Por tanto, con esta composición del capital, el Gobierno tiene muy difícil poner sus garras sobre Indra.
Por otra parte, el Ejecutivo quiere potenciar EADS-CASA a toda costa. El Gabinete apuesta por el consorcio aeroespacial europeo y podría aumentar su participación actual en el capital del mismo desde el 5% actual. Además, ha propuesto al ex ministro socialista de Industria Juan Manuel Eguiagaray como representante de la Sepi en el consejo de la compañía. Pero, lo que es más importante, quiere aumentar la carga de trabajo en las factorías andaluzas del consorcio, y si no hay más pedidos por parte de EADS habrá que buscarlos en otro lado.