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Guillermo Rodríguez

¡Quién viviera en Francia!

De 256 kilobits por segundo nos pasan a 512. Y encima nos ponemos contentos, que es lo más lamentable de todo. Por menos dinero –29 euros al mes– en Francia navegan 15 veces más deprisa

Se le atribuye a Pío Baroja la frase de que viajar es la mejor medicina para curar el nacionalismo. Los que no tenemos ni tiempo ni dinero para cruzar la frontera debemos conformarnos con buscar información de lo que sucede en otros países. El problema es que, a menudo, a uno le pueden hundir en la más severa de las depresiones. Un ejemplo: el proveedor de acceso a Internet Free acaba de lanzar una oferta que permitirá navegar a sus clientes a una velocidad de 15 megabits por segundo.
 
El anuncio coincide con la duplicación gratuita en España de la mayoría de las conexiones a Internet. De 256 kilobits  por segundo nos pasan a 512 kilobits. Y encima nos ponemos contentos, que es lo más lamentable de todo. Por menos dinero –29 euros al mes– en Francia navegan 15 veces más deprisa. Hay veces que los regalos, como es duplicar la velocidad, deberían recibirse como una ofensa. Ejemplos como el francés simbolizan con especial crudeza las palabras del secretario de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información, Francisco Ros, quien ha reconocido que, en materia de Sociedad de la Información, “no sólo no nos acercamos, sino que nos vamos alejando" del resto de Europa.
 
Afortunadamente hay personas a los que no les dan gato por liebre. La Asociación de Internautas (AI) ya ha reunido 15.400 firmas de usuarios que piden un acceso de banda ancha a Internet "asequible y universal". La petición se presentará a la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) y a la Secretaría de Estado de las Telecomunicaciones. Probablemente, y como es habitual, se recibirá con los ojos, la nariz y los oídos tapados. No importa. Aunque iniciativas así estén abocadas al fracaso, sirven para canalizar un grito de protesta ante un situación injusta, paleolítica y mejorable. Tal vez algún día alguien nos escuche. Como dijo Camilo José Cela: quien resiste, gana.
 

 
De una tiempo a esta parte se han convertido en habituales los estudios a los que se les puede tachar de obvios. Un ¿sesudo? análisis de la asociación de editores “on line” Opa Europe sostiene que Internet es el medio de comunicación más utilizado durante la jornada laboral. Lógico. ¿Acaso en una oficina se puede utilizar otra tecnología que no sea Internet? La televisión está descartada por defecto y la radio, si se pone, es unos pocos minutos. Sin embargo, cada vez más trabajadores disponen de ordenador con acceso a la Red.
 
El informe publicado parece más bien una excusa para reafirmar el poder de Internet como canalizador de publicidad. Que lo tiene. Y cada vez más. Aunque se le pueda achacar la obviedad, el informe al menos contrarresta el alud de malas noticias que sobre la Red aparecen todos los días en Telediarios, medios de papel y radios en una campaña tácita por desprestigiar el poder de un medio que ya hace tambalear añejas estructuras.

 
Microsoft no debería presumir de que su paquete de seguridad SP2 se ha descargado yacien millones de veces. Si a un usuario sin demasiados conocimientos de Internet le salta en el escritorio una actualización de Window, la acepta sin pensárselo dos veces. Peor aún es que la compañía de software encima pretenda convencer de que los datos constatan que existe una "increíble demanda" por instalar el paquete de seguridad. Es como si en Telepizza vendieran la idea de que sus productos tienen una terrible popularidad porque la gente lee la publicidad que nos meten, sin que nosotros queramos, en el buzón de casa.

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