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José María Marco

Cambio de marcha

La campaña demócrata ha entrado esta semana en una dinámica que los españoles conocemos bien: algunos grupos de opinión anticipan el contenido de los argumentos que los políticos van a utilizar después

El lunes pasado The New York Times informaba a toda página que habían desaparecido 380 toneladas de explosivos convencionales pero particularmente peligrosos de un depósito situado en una de las zonas sensibles de Irak. La noticia hizo furor en algunos periódicos y algunas cadenas de televisión, en particular en la CNN. Edwards se lanzó a una de sus encendidas promesas de vendedor ambulante. Kerry, con el tono cansino y pomposo que le caracteriza, aseguró que se trata de una más de las muchas torpezas que ha cometido en Irak la administración Bush.
 
Luego se ha sabido que es probable que las 380 toneladas de explosivos desaparecieran a principios de 2003, antes de que las tropas norteamericanas ocuparan, el 10 de abril, el lugar donde estaban almacenadas. En ese caso, mal podía el ejército norteamericano tener controlado un recinto que no estaba en su poder. The New York Times ha tardado dos días en dar marcha atrás, aunque no del todo. En cualquier caso, la noticia se ha desinflado y Kerry no ha salido muy bien parado.
 
La campaña demócrata ha entrado esta semana en una dinámica que los españoles conocemos bien: algunos grupos de opinión anticipan el contenido de los argumentos que los políticos van a utilizar después. La historia del robo de los explosivos ha precedido la nueva posición de los demócratas. Kerry, Edwards y su equipo han pasado de criticar la guerra a criticar la forma en que se está administrando Irak después de Sadam Hussein. Kerry y Edwards se han convertido en los campeones de la eficacia. Hasta hace unos días hacían la crítica de la guerra, ahora auguran la victoria.
 
La nueva posición ha suscitado comentarios variados. Un funcionario de la Casa Blanca preguntó a un periodista si lo que Kerry y Edwards querían decir era que Estados Unidos tenía que haber intervenido en la guerra antes de lo que lo hizo. Y un columnista ha hablado de la poética posición de Kerry, aspirante a generalísimo y dispuesto a mandar gente a Irak a "morir por un error".
 
En cualquier caso, Kerry ha demostrado otra vez precipitación y se ha lanzado a un argumento resbaladizo, como resbaladiza es la historia que lo ha precedido. Quizás empiece a iluminar un poco lo que sería la verdadera posición de una posible administración Kerry. Consistiría irremediablemente en… terminar el trabajo empezado en Irak. No es esa la expectativa que Kerry ha suscitado en la opinión progresista.
 
También se adivinan, al fondo, algunas discrepancias de fondo entre la administración Bush y la Agencia Internacional de la Energía, es decir la ONU, que podría ser en última instancia la responsable de la filtración.
 
En su reaparición pública en apoyo de Kerry, en un gran mitin urbano en Filadelfia, Clinton, recién salido de su operación de corazón, más delgado pero con el desparpajo de siempre, habló muy poco de Irak. Tal vez sea un síntoma de las dificultades de los demócratas para enfocar un asunto que nunca han tenido claro. Es difícil sostener al mismo tiempo que se aspira a la victoria y que todo fue una equivocación gigantesca. Este último movimiento, ¿será un signo más de inconsistencia o lo será también de desesperación?

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