Poco está durando la fortaleza de Zapatero ante las presiones del felipismo, con el propio González al frente, para indultar a Rafael Vera y ahorrarse posibles revelaciones de lo que no sólo robó para sí sino para repartir. Por lo visto no caen en la cuenta de que lo que siempre suele hacer el ladrón al por mayor es repartir una parte del robo entre los que pueden denunciarle, que es la mejor forma de llevarse la parte del león mientras los demás agradecen las migajas. Lo primero que hace un policía corrupto en las películas y en la realidad es corromper al departamento. Pero, en todo caso, está claro que Vera ha sembrado el pánico con su carta de amenaza en “El País”. Y empieza a ser evidente que dentro del Gobierno son incapaces de resistirse a hacer público lo que, por otra parte, les apetece en privado, que es declarar la impunidad para todos los socialistas que roban. Siempre que sean de confianza, claro está. Si dejan de serlo, dejan de ser socialistas y a otra cosa, mariposa.
Poco ha tardado Rubalcaba (al que en ciertos círculos monclovitas que lo consideran un fardo del pasado más indeseable llaman ahora RuGALcaba) en sumarse a las insidias de Ibarra y Guerra contra unos jueces que se habrían atrevido a condenar a Vera pese a haberse beneficiado también de los fondos reservados. Ya es demostrativo de la moral felipista que equiparen el cobro de supuestos cursos de formación a jueces dedicados a la lucha antiterrorista con el robo de cientos o miles de millones para comprarse fincas y otras alhajas ilícitas. Pero además resulta que la vieja técnica del ventilador sobre el estiércol afecta ahora a unos jueces a los que en ningún momento identifican, con lo que la sospecha abarca a todos los que han juzgado a Vera y deben informar sobre su indulto, por no decir a todos los jueces y fiscales en general.