Menú
GEES

El amigo de los americanos

Washington debería ser extrañadamente prudente en aliarse con un político que ha demostrado una absoluta falta de escrúpulos

La habilidad política del Ministro de Defensa, José Bono, le permite ser al mismo tiempo el ministro que más ha contribuido a deteriorar la relación bilateral de España con Estados Unidos y el principal amigo de Bush en el Gobierno de Zapatero. La precipitada retirada de las tropas de Irak, la exclusión de la bandera de Estados Unidos del desfile del 12 de octubre o las rimbombantes declaraciones de que España no se pone de rodillas ante nadie, no son óbice para que el ministro de Defensa fomente una estrecha amistad con el embajador de Estados Unidos en Madrid, una persona que goza de gran consideración para el presidente norteamericano pero que es detestada en el ministerio de Exteriores español, e incluso que en Washington algunos piensen que Bono es el único ministro español con el que pueden hacer negocios.
 
José Bono fue de hecho el único ministro de Zapatero que se permitió asistir a la fiesta organizada por el embajador George Argyros con motivo de la gran noche electoral norteamericana. Lo hizo, además, acompañado de la plana mayor de su Ministerio, incluyendo al mismo JEMAD que hace tan sólo unos días había cuestionado la utilidad para España de mantener una relación militar bilateral con Estados Unidos.
 
La estrategia norteamericana de Bono tiene además una dimensión interna. El ministro de Defensa no ha renunciado en su fuero interno a constituir una alternativa a Zapatero dentro del propio PSOE en el supuesto, nada descartable, de que el Presidente termine asfixiándose en el lío de las reformas constitucionales y estatutarias que está tejiendo junto a sus aliados independentistas. En esta estrategia de desarrollar una alternativa desde el interior del propio Gobierno sería un valor añadido que Bono pudiera ofrecer una solución a un previsible empeoramiento de la crisis abierta en las relaciones con Estados Unidos. Es el mismo juego que con matices está ejerciendo el ministro de Economía francés, Nicolás Sarkozy, respecto al Presidente Chirac.
 
Es posible que la nueva Administración norteamericana se sienta tentada de explotar el potencial desestabilizador que tiene Bono en el Gobierno Zapatero para acabar con el líder que mayor hostilidad ha exhibido respecto al triunfante Presidente Bush. Pero Washington debería ser extrañadamente prudente en aliarse con un político que ha demostrado una absoluta falta de escrúpulos. Por su parte, el ministro de Defensa haría bien en recordar que Roma no paga traidores.

GEES, Grupo de Estudios Estratégicos

En España

    0
    comentarios