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Agapito Maestre

Revanchismo y guerra civil

Son dos discursos, escritos por católicos, que se refieren al desgraciado y bárbaro suceso de la guerra (in) civil española para superarlo, para olvidarlo, para reconciliarnos

Por pura casualidad, leo dos textos a la vez y no puedo dejar de relacionarlos. Los dos se refieren a la guerra civil. Los dos la deploran y la critican. Leo la conferencia de Fernando Sebastián Aguilar, arzobispo de Pamplona, sobre "Los fieles laicos, Iglesia presente y actuante en el mundo" por un lado, y releo las conclusiones sobre la guerra civil española del último Jefe del Estado Mayor Central de la Segunda República por otro, y tengo que señalar la coincidencia de fondo entre estos dos discursos. Aunque el primero es una conferencia de hace unos días, y el segundo es un libro escrito al final de la guerra civil, los dos textos están escritos para superar el resentimiento creado por nuestra horrible guerra. Eliminar el odio al enemigo de guerra y al adversario político es el denominador común de ambos. Son dos discursos, escritos por católicos, que se refieren al desgraciado y bárbaro suceso de la guerra (in) civil española para superarlo, para olvidarlo, para reconciliarnos.
 
Tiene toda la razón Sebastián, cuando critica la mentalidad revanchista que se ha desarrollado en los últimos años, "según la cual los vencedores de la guerra civil eran injustos y corruptos, mientras que la justicia y la solidaridad estaban toda y sólo en el campo de los vencidos. Por eso ahora en los años de la democracia se pretende desplazar como perversión cultural todo lo que provenga de las décadas y aún siglos centrales de la historia española, incluido claro está la valoración de la religión católica". Sin duda alguna, esta mentalidad revanchista tiene su origen en diversos ámbitos, pero lo acertado del discurso de Sebastián es considerar que también los cristianos tienen buena parte de responsabilidad, porque han ido abandonando principios y entregándose, o sea, adaptándose a las preferencias y características del momento cultural.
 
No quisiera retorcer el mensaje de Sebastián, si digo que esta mentalidad ha aparecido fomentada por la propia debilidad espiritual y cultural de los cristianos. La autocrítica de Sebastián a los cristianos y la jerarquía eclesiástica es impecable, cuando muestra que esa dejadez "cristiana", o mentalidad concordista, o "pastelera", conduce al ciudadano cristiano, por un lado, a aceptar la lectura oficial de la transición política que se ha hecho en forma de reconciliación, pero, por otro lado, tiene que someterse todos los días a los ataques de quienes estigmatizan permanentemente a los vencedores de la guerra.
 
En otras palabras, es como si los católicos no tuvieran coraje a aceptar lo que el General Rojo, el general católico que defendió Madrid, el general perdedor reconoció ejemplarmente al terminar la guerra: En el terreno militar, Franco triunfó: 1º/ porque lo exigía la ciencia militar, el arte de la guerra; 2º/ porque el ejército de República carecía de los medios materiales para el sostenimiento de la lucha; 3º/ porque la dirección técnica de la guerra en el ejército republicano era defectuosa en todo el escalonamiento del mando. En el terreno político, Franco triunfó: 1º/ porque la República no se había fijado un fin político, propio de un pueblo dueño de sus destinos o que aspiraba a serlo; 2º/ porque el gobierno republicano fue impotente por las influencias sobre él ejercidas para desarrollar una acción verdaderamente rectora de las actividades del país; 3º/ porque los errores diplomáticos de la República le dieron el triunfo al adversario mucho antes que pudiera producirse la derrota militar. En el orden social y humano Franco ha triunfado: 1º/ porque ha logrado la superioridad moral en el exterior y en el interior; 2º/ porque supo asegurar una cooperación internacional permanente y pródiga.
 
En fin, quizá las conclusiones del General Rojo contengan muchos errores históricos, e incluso puede que viertan opiniones políticas muy discutibles, pero ninguna de ellas están escritas con la mala fe de quienes hoy están contándolo todo al revés. He ahí las conclusiones de un católico de ayer, el General Rojo, para combatir el revanchismo de hoy.

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