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Amando de Miguel

Errores y aciertos

Alberto Mallofré (corresponsal adicto) me riñe por esta frase mía: "Yo aquí no soy una autoridad de la lengua, sino un enamorado de la misma". Aduce que eso "de la misma" es una vulgaridad y que debía de haber puesto "de ella". Tiene razón, pero acaso haya que explicar por qué somos tantos los vulgares. El problema está en que "de ella" suele ser confuso; personaliza algo que no es persona. Comprendo que lo de "la misma" es un requilorio de los folios notariales y demás prosa jurídica, pero no es el único ejemplo. Pero, en fin, trataré de corregirme. Cuánto agradezco las puntillas de los puntillosos.
 
Xosé Cermeño (publicitario, aunque se dice publicista) reprocha mi crítica del eslogan oficial "Si tú lees, ellos leen" (encima la "o" de "ellos" se convierte en @). Don Xosé sostiene que mi crítica es ridícula, al desconocer que, de esa forma, la frase es más "implicadora". A mí no me implica y más bien me complica. Eso de no pasar del tiempo presente en los verbos me parece que es más propio de de los silabarios. "Mi mamá me ama". No sé por qué los eslóganes oficiales (una forma de derrochar nuestro dinero) tienen que dirigirse a las mentes de los niños que acaban de destetarse. Vamos con otra variación: "Si tus hijos te ven leer, ellos también leerán". El futuro me parece aquí imprescindible. Siento hacer el ridículo.
 
Mª José Fernández de la Cigoña Cantero (Alcobendas, Madrid) se irrita con la confusión del lenguaje público entre "vergonzoso" y "vergonzante", o entre "afrentar" y "enfrentar". Según su oído, la primera palabra se ve sustituida por la segunda en cada una de esas parejas. Es un caso muy corriente de contaminación por semejanza. En buena ley, como señala mi comunicante, "vergonzoso" es lo que da o causa vergüenza. Añado yo que la cosa se complica, pues "vergüenza" puede ser algo malo o bueno. "Afrontar" es hacer frente a los problemas o dificultades, mientras que "enfrentar" es ponerse enfrente de algo o de alguien. Bien, esa es la teoría. En la práctica sucede que "vergonzante" puede suplantar el sentido de "vergonzoso", y "enfrentar" sustituye a "afrentar". Estamos ante una de esas vacilaciones léxicas que son tan comunes. Lo que no se debe hacer es ignorar el sentido primigenio de las palabras. A partir de ese conocimiento se puede jugar todo lo que se quiera con tal de hacernos entender. Me felicito por el buen oído de doña Mª José. Pero ¿no es una estupenda vacilación que una mujer se llame María José?
 
Sandro Rocci (Universidad Politécnica de Madrid) me echa en cara mi frase "habría que reivindicar la Cárcel de Papel de La Codorniz". Don Sandro insiste en que "ninguna de las acepciones de reivindicar me parece que coincida con el sentido que usted le da en su comentario". ¿Cómo que no? Veamos las tres acepciones que da el Seco: (1) Reclamar algo a lo que se tiene derecho. (2) Reclamar la autoría de algo. (3) Rehabilitar o restituir a la estimación pública a una persona o su nombre. Me quedo con la primera, aunque no me estorban las otras dos. Reivindico la fantástica sección de La Codorniz porque es un bien mostrenco al que tenemos derecho los que nos dedicamos a criticar el lenguaje público. No hay que reinventar o resucitar nada (como sugiere don Sandro), pues la famosa sección codornicesca fue un magnífico acierto. Lo reivindico para mí y para los lectores inteligentes, a los que apelaba la famosa revista. Solo me echaría para atrás si mi reclamación se tomara en serio y tuviera yo que pagar regalías.
 
Tonyeras (qué manía la de disimular el nombre) opina que lo de "descambiar" no le parece bien. Tendríamos que decir "devolver la compra". Pues no, señor. A mí lo de "descambiar" me suena estupendamente. La compra es un cambio (el objeto por el dinero). Si se devuelve el objeto y se recupera el dinero o bien le dan a uno otro artículo parejo, la acción pertinente es "descambiar". En cambio, don o doña Tonyeras tiene razón al advertir que la expresión "aspectos a comentar" suena mal. Es un galicismo insoportable.
 
Francisco Fernández Díaz vuelve a la carga con lo de los ordinales. Su opinión es muy estricta. Hay que decir el "cuadragésimo cumpleaños", no el "cuarenta cumpleaños". Pero no decimos "el número primero del escalafón", sino "el número uno". Tampoco subimos al "vagón tercero del AVE" sino al "vagón tres". Los pasajeros del vuelo no embarcan por la "puerta sexagésima cuarta" sino por la "puerta sesenta y cuatro". Cierto es que decimos "el siglo tercero" pero también "el siglo veinte". O también "Alfonso VIII (octavo)" y "Alfonso XIII (trece)". Quiero decir que no está tan claro que haya que pegarse uno a los ordinales de manera estricta.
 
Aniceto González se asombra de una expresión que se oye mucho: "Los suicidas (o los paracaidistas) se arrojaron al vacío". Es una frase hecha, y por tanto, está ya desgastada. Don Aniceto es partidario de que en esos casos hay que decir que los suicidas o los paracaidistas se tiran desde lo alto en dirección al suelo, siguiendo la ley de la gravedad. Pero lo del "vacío" (que no existe en la atmósfera) impresiona más. Bien es verdad que el "vacío" es también, según el DRAE, una "altura considerable" desde la que uno se puede tirar o caer. Así pues, el error señalado tampoco es de bulto. No es error cuando todos nos entendemos y el sentido de las palabras no cruje.

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