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Víctor Llano

Tres compadres y un hormigonero sabio

Con amigos como el embajador de Moratinos en La Habana, los cubanos que sobreviven en la Isla-cárcel no necesitan enemigos. La madre patria vuelve a ser madrastra mala

Moratinos puede sentirse satisfecho. Sus esfuerzos han dado resultado. El coma-andante le quiere. La tiranía castrista anuncia el restablecimiento de los contactos oficiales con el gobierno español, congelados desde el verano. Carlos Alonso Zaldívar se ha ganado el sueldo. Le enviaron a la Prisión-grande a estrechar lazos con los carceleros y a dejar claro a todo el mundo que el sufrimiento de sus víctimas le importa muy poco. Hoy puede presumir de semejante infamia.
 
Y lo peor es que nadie ha de sorprenderse. No otra cosa puede esperarse de un gobierno cuyo presidente sonríe extasiado cuando Hugo Chávez le llama compadre. Ya son tres los compadres: Bambi, El Monstruo de Birán y el Gorila Rojo que financia su tiranía. Gracias a tanto compadreo los cubanos activistas de los derechos humanos están un poco más solos de lo que han estado en los últimos años. Es lo que han de agradecer a José Luis Rodríguez y a sus amigos de Izquierda Unida. Llamazares también está de enhorabuena. Manda más que mandó nunca y mandará jamás.
 
¿Qué pensará hoy el hormigonero sabio que huyó de Chávez en Toledo? ¿Qué habrá sido de él? Si se ha repuesto del susto es probable que ya haya abandonado España. Nadie puede reprochárselo. Le sobran motivos. Es difícil sentirse a gusto en un país que preside un “estadista” compadre de un golpista compulsivo. Dicen que tal vez el hormigonero haya nacido en Venezuela. Yo creo que no. Para mí que es cubano. Los cubanos conocen al Gorila Rojo mejor que los propios venezolanos. No ignoran que es el más aventajado alumno de su verdugo. Saben lo que le espera a Venezuela. Lo mismo que a Cuba. 
 
Mañana –viernes 26 de noviembre– Moratinos podrá leer orgulloso la prensa del día. No la de ayer, como cantaba el Gorila, la de mañana. Lo suyo es puro presente. Siniestro, pero presente. Los tres compadres quieren cambiar el mundo. El hormigonero lo sabe. Por eso huyó. Tiene más suerte que los cubanos que sobreviven en la Isla-cárcel. Con amigos como el embajador de Moratinos en La Habana, no necesitan enemigos. La madre patria vuelve a ser madrastra mala. Casi siempre lo fue. Ojalá le vaya bonito al hormigonero. Su gesto lo merece. Es el más decente de toda esta historia. El único decente.    

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