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Ricardo Medina Macías

Asesinos con buena prensa

Tener como símbolo de lucha a este tipo de personajes sólo se explica por el incurable romanticismo de los izquierdistas de salón

Una de las actitudes más repugnantes de los izquierdistas de salón es cuando cantan loas a los asesinos que han adoptado como héroes. Tal es el caso del Che Guevara y del recién fallecido Arafat.
 
Hay un joven locutor en la televisión mexicana que invariablemente bautiza como "insurgentes" o "rebeldes" a los terroristas que siguen asesinando inocentes en Irak para impedir que los iraquíes sean libres. Es como las agencias internacionales de prensa que siguen llamando "separatistas vascos" a los asesinos de la banda criminal ETA o los izquierdosos de salón que dieron un sentido adiós a Yasser Arafat, llamándolo "luchador por la paz" cuando fue, Dios lo perdone, un corrupto asesino que obstaculizó con pertinacia la paz en Medio Oriente.
 
Hace unos meses se estrenó con gran bombo una aburridísima película sobre el viaje que hizo el Che Guevara por varios países de América montado en una motocicleta. El guión tenía desde luego el visto bueno de las autoridades de la finca de los hermanitos Castro. Los izquierdosos de salón saludaron el bodrio cinematográfico como si fuese una obra de arte.
 
Estos exquisitos de la izquierda suelen omitir los detalles bochornosos de la vida de sus héroes, tarea tanto más ardua cuanto que el Che, Arafat y otros de esa calaña, santificados por la progresía retrógrada, cometieron innumerables atrocidades.
 
No dicen, por ejemplo, que la hoy viuda de Arafat, residente distinguida en la Francia de Jacques Chirac, recibía del palestino un módico estipendio, para no pasar apuros, de cien mil dólares mensuales. Tal vez la señora vio que, junto con la vida de su compañero, se le iban volando sus billetitos verdes.
 
¿De dónde sacaba Arafat esos recursos y cómo justificaría, a los ojos de sus seguidores fanatizados dispuestos a inmolarse con tal de arrojar al mar a sus vecinos judíos, tal generosidad para con su elegante mujer?
 
Tampoco nos cuentan la historia completa del carnicerito de La Cabaña –el Che Guevara– quien fue el extranjero que más cubanos fusiló y que tenía curiosas nociones sobre la "justicia revolucionaria", tales como la siguiente: "No hace falta hacer muchas averiguaciones para fusilar a uno. Lo que hay que saber es si es necesario fusilarlo. Nada más. Debe dársele al reo la posibilidad de hacer sus descargos antes de fusilarlo. Y esto quiere decir, entiéndeme bien, que siempre debe fusilarse al reo, sin importar cuáles hayan sido sus descargos. No hay que equivocarse en esto. Nuestra misión no consiste en dar garantías procesales a nadie, sino en hacer la revolución", citado en la biografía de Ernesto Che Guevara escrita por Fernando Díaz Villanueva.
 
Tener como símbolo de lucha a este tipo de personajes sólo se explica por el incurable romanticismo de los izquierdistas de salón. No es, empero, una afición inocente. Además de ofender e insultar a las miles de víctimas de estos asesinos "revolucionarios" indica su tendencia a imitar las mismas pautas de comportamiento a la primera oportunidad.
 
© AIPE
 
Ricardo Medina Macías es analista político mexicano

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