Según la Encuesta Financiera de las Familias, elaborada por el servicio de estudios del Banco de España, el endeudamiento de las familias españolas ha alcanzado unos niveles intolerables, porque ya supone el 100% de la renta bruta disponible. En su opinión, es preciso poner fin a este proceso porque la carga y el riesgo que suponen para la economía española es intolerable.
Vayamos por partes. Primero, es verdad que hace apenas seis o siete años el endeudamiento de las familias suponía alrededor del 50% de la renta bruta disponible y, en este sentido, la situación financiera de las familias es mucho peor. Segundo, nunca la riqueza de la familias ha sido mayor, porque frente a ese endeudamiento poseen activos financieros (dinero, depósitos bancarios, deuda pública y privada y acciones, directamente o a través de fondos y planes de pensiones) muy superiores a esa renta bruta disponible. Tercero, son, además, dueñas de un enorme patrimonio inmobiliario, que incluso con descensos de sus precios medios del orden del 40%-50%, las colocan en una posición de gran solvencia. Cuarto, es verdad, sin embargo, que lo que puede mandar a la ruina a las empresas –y también a las familias– es la falta de liquidez en un momento determinado, pues les puede forzar a malvender, –si es que lo consiguen–, su patrimonio para hacer frente a una situación que puede ser transitoria –pero, decisiva– de falta de liquidez, y los bienes inmuebles, el grueso del patrimonio de las familias (el 80% del total), son muy ilíquidos, sobre todo en situaciones económicas de incertidumbre, como la que el actual gobierno está provocando.
Quinto, echo de menos en la declaración del Sr. Malo de Molina una opinión sobre el efecto de esa incertidumbre que provoca la política económica del gobierno, precisamente en este tema del endeudamiento de las familias; aunque es conocido el apoyo incondicional que el servicio de estudios del Banco de España ha prestado al PSOE desde la época de Mariano Rubio y Ángel Rojo y que se ha mantenido hasta ahora. Sexto, el 100% de endeudamiento es muy alto, pero inferior, sin duda, al 120-125% en que se mueven otras economías más desarrolladas. Séptimo, la notoria politización del servicio de estudios del Banco de España resta valor a sus opiniones, en las que parece deslizarse una añoranza por una situación de mayor pobreza pero de mayor equilibrio, como la que consiguió Salazar en Portugal y que coincide con la posición de Miguel Sebastián, al que le horroriza que el desarrollo económico español se haya basado más en el consumo y la construcción que en las exportaciones, el I+D, y los bienes de equipo.