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Amando de Miguel

Verbos y verborrea

Maribel Torbeck (Stuttgart, Alemania), habitual de esta seccioncilla, se da a todos los demonios cuando percibe la decadencia actual del modo subjuntivo. Tiene razón. El subjuntivo es el modo de la ironía, la nostalgia, la finura espiritual. Hay que leer otra vez a Santa Teresa de Ávila. Desde luego, en los exámenes de mis estudiantes el subjuntivo está desaparecido en combate. Puede que yo tampoco lo emplee mucho. Es lástima.
 
Me desdigo de mi rechazo frontal al verbo explosionar. Víctor Martínez-Patón me sugiere una interesante diferencia. “Una bomba explota y un terrorista explosiona una bomba”. Por lo que veo, “explosionar” es tanto como “hacer explotar”. Acepto la corrección.
 
José Emilio García Huertas (Pozuelo de Alarcón, Madrid) recoge una sutil mutación. Es el verbo trasladar (cambiar de lugar), que lo percibe ahora como sustituto de transmitir en los escritos empresariales. Así, “hay que trasladar al consumidor que somos los mejores” o “si alguien tiene algún problema puede trasladármelo”. Tiene razón don José Emilio. Parece una moda insoportable.
 
Juan Ignacio Contreras se pregunta si se puede utilizar la forma expander como sustituto o alternativa del verbo “expandir”. A veces se oye lo de expander, tan próximo a “extender”, pero no tiene ningún fundamento esa variación. Entia non sunt multiplicanda praetor necessitatem: es mi lema favorito, el de Guillermo de Occam, el franciscano inglés que dio paso a la mentalidad científica.
 
Por cierto, una violación de ese principio áureo de Occam es la nueva entidad creada por nuestro presidente de Gobierno: “Los Estados Unidos de Norteamérica”. Javier Ayesta me señala esa verborrea del señor Zapatero. Tiene razón. No existe ningún país que se llame así. Basta con decir “los Estados Unidos” y todos estamos al cabo de la calle.
 
Francisco Liébana Andrés (Zaragoza) se desespera con la fórmula del verbo continuo que tanto se prodiga en los medios. Por ejemplo, “es preciso irse enterando” o “hay que irlos haciendo”. Una vez más, se trata de una influencia anglicana. Es la lengua del imperio. La fórmula a veces tiene gracia, como la despedida “nos estamos viendo”, pero en general resulta horrísona. En español el presente sin más ya es continuo. “Voy” quiere decir que “iré” pero también que “estoy yendo”.
 
Nuria Morales (San Lorenzo del Escorial, Madrid) me anima: “Siempre leo su columna, la comento y a veces la emaileo a familia y amigos”. Bienvenido sea el verbo emailear. También podría ser emiliar. Se admiten sugerencias.
 
Ángel Guerrero Eguíluz me plantea la bondad de las expresiones “Julián debiera comer menos” o “Julián debería comer menos”. La segunda me suena más correcta en todos los casos. No obstante, en los medios de comunicación muchos periodistas se inclinan por la fórmula “debiera”, que suena más cortés y es más difusa. Peor es la opción “Julián debería de comer menos”. Se confunde el “deber + infinitivo” (obligación) con “deber de + infinitivo” (probabilidad). Esos dos sentidos se suelen mezclar muchas veces. La cosa tampoco es grave.
 
El Gerente Comercial Puerto Rico (así firma; no sé si es una persona o un marbete) me recuerda otra de las palabras que se emplea con el sentido cambiado. Es la expresión “se abre la veda de caza o pesca” para indicar que se permite cazar o pescar, cuando en rigor significa que empieza la prohibición de cazar o pescar. Vedar es tanto como prohibir. Tiene razón mi comunicante. “Se abre la veda” es que empieza el periodo de prohibición. Sería mejor prescindir en ese caso de los verbos abrir o cerrar para no complicar las cosas.
 
Sergio González (Valencia) razona: Si de predecir sale predicho, ¿por qué de bendecir no sale bendicho sino bendecido? Muy sencillo, porque la lógica de la lengua no es tan mecánica como la ley de la gravedad. Se dice “ha sido bendecida” y el agua queda así “bendita”, pero nunca aparece el bendicha. No sabría decir por qué. Quizá pese mucho el origen latino (benedictus), que se aplica de forma cultista.
 

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