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Pablo Molina

Castro el libertador

Y es que Fidel Castro Ruz, además de la Medalla de Oro del Senado Español, atesora unas cualidades humanas que necesariamente habrían de convertirlo en un ídolo para la gente con una sensibilidad de izquierdas

Reconozcámoslo; es un hecho. Son ya miles los intelectuales europeos de izquierdas que diariamente llegan a las costas de Cuba, algunos a nado, huyendo del capitalismo opresor y el neoliberalismo salvaje. En realidad, la primera oleada de "gentes de la cultura" aún no ha arribado a la arcadia proletaria, quizás porque las corrientes atlánticas no son propicias o tal vez porque los tiburones de la zona —sin duda entrenados por la CIA—, carecen del talante necesario para distinguir a un intelectual millonario de un desertor imperialista; pero a juzgar por el entusiasmo que el régimen de Castro despierta entre nuestros pensadores a la violeta, su desembarco masivo en el litoral cubano es sólo una cuestión de tiempo.
 
En el caso de España, la patera transoceánica probablemente irá patroneada por Belén Gopegui ("Cuba me interesa en la medida en que es un país en el que no se ha abandonado la idea de que la propiedad privada no es lo más apropiado"), auxiliada en las labores de grumete por Javier Madrazo ("Cuba es el modelo referencial para Euskadi"). El puesto de vigía, por razones obvias, está reservado para el director de cine Fernando Trueba ("espero que algún día los disidentes cubanos aprendan a sumar y no a restar") y el de Médico de a bordo, ganado a pulso, se lo quedará el Doctor Llamazares ("Cuba es un modelo para América Latina").
 
A la intrépida Gopegui, según manifestó en la presentación de su última novela "El lado frío de la almohada" —excelente título para resumir la experiencia diaria de las esposas de los disidentes cubanos encarcelados—, no le consta que en la Isla se castigue a ningún escritor por expresar sus opiniones, sino por trabajar para gobiernos extranjeros. Se refiere sin duda a casos como el del conocido agente imperialista Israel Perú —vean la turbadora imagen de este peligroso agente de la CIA, esa mirada fría como el acero preñada de odio antirrevolucionario—, que finalmente escapó a su justo castigo gracias a oscuras maniobras de una siniestra red de agitadores anticubanos, entre los que destacaba su propia madre.
 
Y es que Fidel Castro Ruz, además de la Medalla de Oro del Senado Español, atesora unas cualidades humanas que necesariamente habrían de convertirlo en un ídolo para la gente con una sensibilidad de izquierdas. Las feministas deben encontrar muy sugerente la jactancia con la que el camarada Fidel reconoce haberse acostado con más de mil mujeres a lo largo de su vida (a veces en tandas de cinco); los defensores de la igualdad de los homosexuales, sus refinadas formas de persecución y su absoluto desprecio por esa "muestra de la decadencia burguesa", los defensores de la infancia, en fin, su utilización de los niños para chantajear a los padres que logran huir de la isla.
 
No es raro, pues, que la fama de héroe romántico de Castro Ruz haya llegado hasta el mismísimo Hollywood. Spielberg, tras una breve charla de ocho horas y media con el dictador, anunció solemnemente: «Han sido las ocho horas más importantes de mi vida». Para Naomi Campbell, Castro es "una fuente de inspiración para el mundo». «Estaba muy nerviosa y aturdida porque no podía creer que le estuviera conociendo. Me dijo que vernos en persona era algo muy espiritual». Oliver Stone, director de la aclamada película "Asesinos natos", siguió cultivando el género con un documental sobre Castro de un rigor similar a la obra de Moore, en el que el caudillo cubano aparece como el más firme valladar contra la injusticia y la opresión capitalistas y el primer defensor de la libertad y los derechos humanos en todo el mundo.
 
Su último ejemplo de generosidad nunca correspondida, liberando a cuatro de los más peligrosos agentes imperialistas detenidos en la isla por la justicia del pueblo, puede convertirse en el definitivo efecto llamada que deje a los occidentales sin un intelectual progresista que llevarnos al cerebro. ¿Podremos resistirlo?

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