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Juan Carlos Girauta

Pedagogías

No lo es tanto que jamás encuentre el momento de hacer pedagogía inversa con sus socios republicanos. ¿Por qué no se pone también a explicar España en Cataluña?

Sean cuales sean los fines que se marca Pasqual Maragall, y coincidan en todo o en parte con los de sus socios independentistas, dos razones de peso le obligan a utilizar medios absolutamente distintos y, además, a desmarcarse públicamente de los arrebatos de Carod. Las razones son obvias: su cargo institucional, que implica, no lo olvidemos, la representación ordinaria del Estado en Cataluña, y la naturaleza funcional, y digo funcional, de su formación política como federación del PSOE.
 
A Maragall le cogió por sorpresa la reunión de Perpiñán con que se estrenó el entonces conseller en cap mientras le sustituía en la presidencia de la Generalitat. Pese a la rotundidad con que Rodríguez Zapatero se pronunció entonces, la "solución" a la crisis se limitó a la salida del govern del propio Carod, sin afectar al poder neto de ERC en el ejecutivo catalán e, ironías de la historia, propiciando un montaje de victimismo en la prensa catalana que se tradujo en la conversión del partido de Macià y Companys en la tercera fuerza política de España en pleno siglo XXI.
 
El lenguaje que a menudo adopta el president, desde sus alusiones al drama en su discurso de investidura hasta la vocación "de Estado" de Cataluña que, según acaba de afirmar, debe reflejar el nuevo Estatuto de Autonomía, impiden que la ciudadanía perciba aquella nítida diferencia de medios que Maragall necesita para no tener al país en un sobresalto permanente.
 
Él cree que una de sus tareas principales es la pedagogía política, es decir, explicar Cataluña en España. Bien, no creo que sean reprochables a priori sus intentos de "catalanizar España" en la línea del catalanismo político de principios del siglo XX. Es su opción, y es una opción respetable. No lo es tanto que jamás encuentre el momento de hacer pedagogía inversa con sus socios republicanos. ¿Por qué no se pone también a explicar España en Cataluña?
 
La incalificable iniciativa de Carod llamando al boicot a la candidatura olímpica de Madrid está creando problemas, como mínimo, a un sector de la economía catalana, los productores de cava, en plena época de pico de ventas. Y los problemas deben ser graves. Tanto como para que tenga que dar marcha atrás, un ejercicio que no le gusta a nadie, y a él menos que a nadie. Sería terriblemente injusto que los productores de cava pagaran las consecuencias de una batalla política estúpida que ni les va ni les viene. Y más tratándose de un sector especialmente activo, puntero y emprendedor, que cuenta con centenares de pequeñas empresas excelentes y que ha humillado al sector del champagne convirtiendo a la empresa Freixenet en líder mundial gracias al mercado estadounidense.
 
Hay dos signos esperanzadores es la actitud de los socialistas catalanes en los últimos días: el apoyo explícito y claro de Maragall a Gallardón de cara a los juegos de 2012, subrayando que Carod no representa a Cataluña ni a la Generalitat, y el voto socialista en el Parlamento catalán junto al PP ante el intento de ERC, IC y una parte de CiU de aprobar una proposición no de ley en la tarde del jueves que habría sido una auténtica patada a la lucha antiterrorista. Se trataba de pedir el traslado a Cataluña del Comando Dixán y también de que la cámara avalara expresamente la tesis de que la causa judicial contra ese grupo islamista no fue sino una maniobra del gobierno de Aznar para justificar la guerra de Irak.
 
Cuando el PSC hace algo bien, hay que reconocerlo y hay que felicitarse. Los acontecimientos de los últimos días nos hacían dudar de la existencia de límites en el socialismo español a la hora de manipular la lacra terrorista. Ojalá se trate del inicio de un nuevo patrón de conducta. ¿Tenemos derecho a esperar también, dado el espíritu navideño, que Maragall se ponga a explicar de una vez a sus socios el abecé de la lealtad a España?

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