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Alberto Míguez

Locomotora sin ruedas ni vapor

¿Sólo un milagro podrá convencer a los españoles de que en esta Constitución se juegan el futuro y el de sus hijos? A la locomotora española le faltan las ruedas y vapor

Alguien debió de engañar a Zapatero o a Miguel Ángel Moratinos, que es mucho más fácil, con que el referéndum del 20 de febrero sobre la Constitución europea en España podría convertir a este país en la locomotora de Europa. Toma ya.
 
El gobierno socialista español se encuentra ante esta prueba considerable más solo que la una. No cuenta con el Partido Popular (que por simple lógica jamás debió apoyar el "sí" al Tratado, tras ponerlo de vuelta y medio cuando se aprobó), ni por supuesto con los partidos nacionalistas periféricos –Bloque Nacionalista Gallego, ERC, Eusko Alkartasuna, "Chunta" (¿se escribe así?) Aragonesista, PNV , con reticencias, CIU–, para quienes el polémico texto constituye un peligroso obstáculo para poner en marcha el proyecto de nuevos Estatutos. España confederal, Europa regionalizada y descentralizada, etc.
 
El PP ha decidido no colaborar con el partido del Gobierno en la anunciada campaña de información y reflexión, que hasta ahora se ha quedado en agua de borrajas. Lo hace, según Rajoy, por razones de política doméstica, pero hubiera podido hacerlo por razones políticas intachables, porque, les guste o no a los conservadores y liberales españoles, este texto es un desastre, una pieza arcaica, ambigua, inaplicable a la Europa de los treinta que está llamando a la puerta, y a la que habrá que añadirle la "pasión turca", casi nada.
 
La corrección política imbuida de la internacional socialista está obligando a los socialistas españoles a tragar carros y carretas. El pasado más curioso de todos los sapos que están avalando la Carta es que esta Constitución para nada habla de la Europa social, aunque se refiere 76 veces al mercado libre. Cualquier turboliberal, neoliberal o extraliberal podría aplaudir semejante proclamación de principios... pero un socialista radical como dicen que son Zapatero y sus amigos... resulta como mínimo un tanto extravagante.
 
Pero ni siquiera los socialistas españoles tendrán ocasión de analizar los contenidos de las más de trescientas páginas de que consta la Constitución europea. En la gran campaña no se prevén polémicas, discusiones, seminarios, jornadas de estudios, discusiones y confrontaciones entre los partidarios del "no" (ninguno) y el "sí" (que son legión). Se pretende vender el "material" sin desmontar ni catar, como suelen hacer en los autoservicio de descuento. Si, casualmente, la cualidad no se corresponde con el precio, las reclamaciones al maestro armero.
 
Resulta, en efecto, escandaloso que tres semanas antes de que todos los españoles debamos pronunciarnos sobre el texto de la Constitución europea éste no sea accesible. Nadie se ha ocupado en "buzonearlo" o simplemente enviarlo por correo a los potenciales votantes, ya sea en su integridad o en folletos simplificados. Quien desee conseguir el texto completo no tiene más remedio que entrar en la web del Parlamento Europeo y copiar el texto íntegro de la Constitución, en una traducción bastante mediocre, por cierto. Confiar en que la representación española en la Comisión Europea pueda hacer algo parecido y dedicarse a extender e informar sobre la Constitución es pura quimera. Estos funcionarios espléndidamente pagados –con nuestro dinero– no se ocupan de asuntos de poca monta. Serán, junto con la eurocracia de Bruselas, los grandes ganadores de esta golfería en la que ahora penetramos alegres y confiados. Dios nos coja confesados.
 
La derecha española ha demostrado una vez con la Constitución europea que es la más paleta, ignorante, irresponsable y oportunista de cuantas hay noticia en el hemisferio occidental. No participará, por supuesto, en la campaña del no, pero tampoco le echará una mano al partido del Gobierno, para no proporcionarle la más mínima ventaja. Como se si se tratara de un asunto ajeno, mirará hacia otro lado.
 
En estas condiciones, con una derecha que pasa, un partido del gobierno que se encoge de hombros y una ciudadanía desmotivada, ¿hay la más mínima duda de que la abstención alcanzará el día 20 de febrero porcentajes récord? ¿Sólo un milagro podrá convencer a los españoles de que en esta Constitución se juegan el futuro y el de sus hijos? A la locomotora española le faltan las ruedas y vapor. Está en vía muerta.

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