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Juan Manuel Rodríguez

La primera alegría que me da Pujol

Sólo se me ocurre desearle de corazón a Pujol que lleve consigo tanta paz como descanso nos deja al resto

El último servicio de Agustín Pujol a la Cadena Ser ha sido la filtración de que finalmente no se presentará a las elecciones de la Federación Española de tenis que se llevarán a cabo el próximo 29 de enero. No tuvo ningún inconveniente en rendirle pleitesía en exclusiva al Grupo Prisa, un día antes que hacerlo al pueblo de Madrid, cargando a cuestas con la Ensaladera de Plata y colocándosela, cual samobar, a José Ramón de la Morena encima del estudio de la Cadena Ser y, por si pudiera parecerle poco trato de favor al director de "El Larguero" el llevado a cabo con su emisora durante la disputa de la final de la Copa Davis, ahora se marcha concediéndole a Prisa en exclusiva un "posado-robado" del adiós anticipado.

No me sorprende en absoluto el tratamiento informativo profundamente sectario llevado a cabo por Pujol puesto que en su Federación tiene por lo menos, que yo sepa, un par de "submarinos de Prisa", y su decisión no responde más que al fino instinto de supervivencia que ha desarrollado a lo largo de los últimos diecinueve años que ha permanecido en el puesto: sabe perfectamente que perdería contra Pedro Muñoz y, consciente de que una retirada a tiempo supone para él una pírrica victoria, se marcha con las dos Copas Davis que sus "palmeros" se encargan de transmitir por toda España que son debidas a una "gestión galáctica" y no al tenis de nuestros Moyá, Ferrero, Nadal o Robredo.

Sólo se me ocurre desearle de corazón a Pujol que lleve consigo tanta paz como descanso nos deja al resto. Para el olimpismo español habría sido una extraordinaria noticia que esta misma decisión la hubiera adoptado un poco antes de resolver que la final de la Copa Davis no se le concedería finalmente a Madrid porque la capital de España está más alta que Sevilla y Roddick podría hacer cinco "aces" más aquí que allí. Tampoco me sorprende demasiado el hecho de que el referido Pujol, protagonista de una de las mayores deslealtades deportivas que yo acierto a recordar, suene ahora en las quinielas como posible presidente del COE. Y digo que no me extraña porque era Roma, y no España, quien se negaba en redondo a pagar a los traidores. El ejemplo de Agustín Pujol no sería ni el primero ni tampoco el último de un felón que escalara posiciones. Delante de Pujol se abre un horizonte increíble: secretario de Estado para el Deporte, Ministro, quién sabe si incluso Presidente del Gobierno... En caso de que se cumplieran mis más negros augurios ya tengo todo el papeleo necesario para nacionalizarme australiano.
 

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