Solari sí tiene la "mirada del tigre" (puesto que los títulos ya los posee, quizás lo que quiera sean los minutos que le otorgan sin titubear, por ejemplo, al inglés David Beckham) y sin embargo no acaba de cruzar la línea que delimita el banquillo del terreno de juego. Y supone un auténtico misterio para mí. ¿Qué pasa con Solari? ¿Por qué no juega el tiempo que se ha ganado justamente? ¿Deberemos resumirlo todo al dichoso marketing? ¿Es que no vende tantas camisetas como el resto de jugadores?... El caso es que cuando el argentino sale al campo, siempre cumple. Es un puñal, tiene la rabia contenida de quien debe demostrar demasiadas cosas en muy poco tiempo. Ningún entrenador del Real Madrid (y aquí incluyo a Del Bosque) ha sido lo suficientemente valiente y generoso como para probar tres o cuatro partidos con Solari como titular.
¿Qué hará con él Vanderlei Luxemburgo?... El caso es que, en este segundo mandato presidencial de Florentino Pérez, el club tendrá que ir virando inevitablemente hacia el fútbol como deporte y dejando de lado el marketing, los números y el negocio si quiere recuperar la orientación correcta; y ahí es donde encuentran perfecta cabida futbolistas como Solari. El periodista inglés John Carlin mantiene la teoría de que Florentino empleó sus primeros cuatro años en llenar la bolsa para poder competir en el futuro con fortunas tan importantes como las de Roman Abramovich, presidente del Chelsea. Sin embargo el Real Madrid nunca estará a la altura financiera del magnate ruso, aunque la imagen del club merengue sea tres veces más potente y solvente que la del equipo inglés.