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Porfirio Cristaldo Ayala

Un año más en la pobreza

Pero el gobierno no desea atraer la inversión privada ni impulsar políticas que requieran liberalizar la economía. Prefiere alinearse en el populismo antiamericano y rechazar el ALCA y los acuerdos de libre comercio

En 2004, la economía mundial crecerá en promedio 4% y la de América Latina 5%. El PIB por habitante de países más pobres crecerá aún más, llegando a 6,1%. Pero no todos los países pobres crecerán y reducirán su pobreza. Paraguay es uno de los que seguirán estancados y con su población sumida en la indigencia. Su crecimiento es de apenas de 2,7% en 2004. Y las proyecciones hasta el 2008 no alcanzan a 3,5%. Lo extraño es que a nadie parece preocupar esta aberración. El país está contento de seguir en la pobreza.
 
El problema es que sin crecimiento continuará en aumento el desempleo, pobreza, invasiones, violencia, mercado negro. En los últimos años el PIB por habitante bajó a la mitad. Sólo para recuperar su ingreso, Paraguay tendría que crecer 7% durante 10 años. El gobierno dice que no es posible un alto crecimiento debido a las "severas restricciones" existentes y a la falta de un "nuevo modelo de desarrollo". Es un error. No es necesario diseñar un "nuevo modelo" ni inventar la rueda y la única "restricción" es el estatismo de los gobernantes.
 
El gobierno prefiere el estancamiento a liberalizar la economía. Así, mientras otros países compiten duramente por atraer inversión privada para desarrollar sus infraestructuras e industrias y crear empleos, Paraguay se niega a achicar el gobierno, eliminar los viejos monopolios y privatizar. Como en los años 1970, sueña crecer, preservando su vasta clientela política y sectores privilegiados, mediante inversiones en obras públicas con créditos del BID y Banco Mundial.
 
Esos créditos, sin embargo, no trajeron crecimiento y sólo sirvieron para enriquecer a gobernantes, sostener a regímenes autoritarios, postergar las reformas y promover políticas contrarias al mercado. La inversión pública financió elefantes blancos y llenó las cuentas secretas en Suiza. Legado de estos fracasos es la colosal deuda externa que hoy soportan los pueblos más pobres. ¿Dónde fueron a parar los 2.400 millones de dólares de la deuda externa paraguaya?
 
La inversión privada, en cambio, trae crecimiento y beneficios pues arriesga capitales propios y genera bienes y empleos para suplir una verdadera necesidad social. La inversión privada, sin embargo, exige que se respete la propiedad y funcione el estado de derecho con un marco legal claro, predecible y estable. En estas condiciones, las empresas invertirán donde más conviene al país e impulsarán la exportación y un vigoroso crecimiento del 8% o más.
 
Pero el gobierno no desea atraer la inversión privada ni impulsar políticas que requieran liberalizar la economía. Prefiere alinearse en el populismo antiamericano y rechazar el ALCA y los acuerdos de libre comercio, como el de Chile con EEUU, y el que negocian Perú, Ecuador, Colombia y los países centroamericanos. Paraguay está complacido en el Mercosur, pese a los abusos de sus socios y olvidando que el proteccionismo ahoga a un país sin puertos marítimos.
 
Los gobernantes prometen ayuda a los pobres, pero no ven que el crecimiento es la única forma de reducir la pobreza. Para tener ingresos como Chile, Paraguay debe crecer al 10% anual durante 20 años, multiplicando en ocho veces el PIB por habitante. Eso requiere liberar la economía, abrir los grandes monopolios a la competencia y a la iniciativa privada e incrementar la inversión anual al 25% o más del PIB.
 
Paraguay necesita políticas que favorezcan la inversión y el comercio. El crecimiento ocurre sólo si hay incentivos para la inversión y cuando los gobiernos tienen credibilidad, la calidad institucional es alta, los derechos de propiedad son seguros y no hay riesgos de confiscación. Pero, ¿quién invertirá en un país que monopoliza desde el petróleo hasta la seguridad social, teléfono, electricidad, agua y donde la privatización es anatema?
 
Paraguay debe crecer al 8% o más desde el 2005. No tiene alternativa. Si no lo hace, la pobreza seguirá en rápido aumento en un círculo vicioso de desempleo, violencia, inestabilidad política y miseria. El gobierno no debe planificar "nuevos modelos", sino limitarse a crear las condiciones para que el sector privado pueda invertir, competir y hacer crecer al país.
 
© AIPE

Porfirio Cristaldo Ayala, corresponsal de AIPE y presidente del Foro Libertario

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