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EDITORIAL

Las "tortas" de Ibarretxe o el "drama" de Maragall

Socialistas e independentistas catalanes, con tal de dejar atrás el actual y constitucional Estatuto de autonomía, ya dieron muestra —antes del 11M y de la inesperada victoria socialista— del escaso respeto a la legalidad vigente de los que eran capaces

Uno de los riesgos añadidos del Plan Ibarretxe, tal y como ya advertimos la semana pasada, es que distraiga la atención pública sobre un hecho que acaba de recordar este domingo el eurodiputado popular, Jaime Mayor Oreja: a saber, que en España no hay uno sino “dos planes de ruptura de la Constitución, con dos ritmos y dos velocidades distintas. Uno, el Plan Ibarretxe, en el que el arbitraje de ETA ha sido muy palpable en una votación, pero hay otro plan en el que ETA actúa por vía de intermediario apadrinando el arbitraje que ERC hace en Cataluña y en el conjunto de España".
 
El respaldo de los parlamentarios de ETA a los planes de los nacionalistas vascos y el desprecio de estos a su imposible encaje en nuestra Carta Magna no deberían acumular, ciertamente, ni un ápice más de atención ni de preocupación que los planes de reforma estatutaria que socialistas e independentistas catalanes tratan de llevar adelante con el apoyo del resto de las formaciones nacionalistas. Proclamar que Cataluña es una nación, tal y como desean hacer todos excepto el PP, es una propuesta estatutaria que “en el fondo” —por utilizar la expresión de Maragall— viene a significar el mismo riesgo para la continuidad nacional y constitucional de España que el impulsado por el lehendakari vasco.
 
Por otra parte, ETA —tal y como ya explicó la organización terrorista tras su entrevista con Carod-Rovira, en su comunicado de tregua ceñida exclusivamente a Cataluña y para todos aquellos que no tuvieran relación con el PP— ya expresó su intención de respaldar los proyectos secesionistas del socio de Maragall y de Zapatero en pro de la “construcción nacional catalana” para “profundizar juntos en la crisis del Estado español”.
 
También cabe recordar que socialistas e independentistas catalanes, con tal de dejar atrás el actual y constitucional Estatuto de autonomía, ya dieron muestra —antes del 11-M y de la subsiguiente e inesperada victoria socialista— del escaso respeto a la legalidad vigente del que eran capaces si en el futuro la mayoría del Congreso no autorizaba el referéndum en pro de su “reforma” estatutaria. Si Ibarretxe ha hablado ahora de "tortas", no hay que olvidar que Maragall nos habló entonces de “drama” y nos recordó a la España de los años 30...
 
Aunque ahora Maragall pueda tener el visto bueno del Congreso de los Diputados para su futuro Estatuto, no hay que olvidar tampoco que, además de esa mayoría transitoria que el PSOE obtuvo gracias al 14-M, socialistas e independentistas catalanes requerirían del respaldo del PP para buscar algo de tan difícil encaje como que nuestra Carta Magna acepte como nación a una de esas “regiones o nacionalidades” de las que nos habla. ¿Acaso no sigue mostrando desprecio a los procedimientos de reforma constitucional quien, como Maragall, pretende llevarlos a cabo sin el consenso de la primera formación política de la oposición como es el PP? ¿O es que acaso Maragall pretende colar su plan estatutario sin modificar la Constitución? ¿Pretenden los socialistas acaso que el PP no recurrirá en solitario ante el Tribunal Constitucional ese “plan de ruptura catalán”, tal y como lo acaba de definir acertadamente Mayor Oreja? ¿O es que acaso se trata de presionar para que el Tribunal Constitucional acepte el Plan de Maragall como acorde a la Constitución de 1978? ¿Pretenden acaso que los magistrados del Constitucional otorguen tan escasa importancia al concepto de nación como del que ha hecho irresponsable gala el presidente del Gobierno?
 
Tal vez, socialistas e independentistas catalanes, tras homenajear a Companys, traten ahora de emularlo. Pero, en cualquier caso, y como ha dicho Mayor Oreja, no tiene sentido que Zapatero "demonize" uno de los planes, —en referencia al de Ibarretxe— y en cambio, "enaltezca" el procedente de Cataluña. La tentación del presidente del Gobierno de ceder a unas negociaciones con el lehendakari para “maragallizar” el Plan Ibarretxe es aun más evidente si tenemos en cuenta el hecho de que, a pesar de su aparente negativa, ZP ni lo ha impugnado ni lo ha rechazado a trámite parlamentario. ¿Una ocasión para que el plan de Ibarretxe sea aceptable en las “formas y en el fondo”? ¿Así piensa evitar Zapatero los “dramas” y las “tortas”?

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