Ojalá se comportara Rodríguez como Blair. Cierto que éste fue el cebo que puso el otro día en su anzuelo propagandístico un cómplice de los asesinos. Pero era un cebo con trampa, como le cuadra al personaje. Pues si ZP imitara a Blair a la hora de encarar las maniobras de ETA y de sus socios, se mantendría absolutamente firme y no haría ninguna concesión a cambio del cese de la violencia. Fue esa firmeza la que doblegó al IRA, que se convenció de que el terrorismo no iba a quebrantar la voluntad del gobierno británico. Eso, más la eficacia policial y el aislamiento al que los nacionalistas moderados empujaron a los republicanos. El IRA fue derrotado y por ello hubo proceso de paz.
Los nacionalistas vascos que invocan ese proceso como ejemplo, mienten, y se mienten, acerca de los hechos que permitieron iniciarlo, a fin de dotar a sus planes de un marchamo de realismo y respetabilidad. No cesó la violencia porque hubiera diálogo, sino que hubo diálogo porque cesó la violencia. No firmó la paz el IRA porque los gobiernos cambiaran de actitud, sino que fue el IRA el que cambió, aceptando unas condiciones que había rechazado durante décadas. Y que suponían, de hecho, la renuncia a un proyecto soberanista y la aceptación, aun a regañadientes, de un proyecto autonomista, como explica el profesor Rogelio Alonso en estos esclarecedores artículos. Una autonomía mucho más restringida que la dibujada en el Estatuto de Guernica, ése que ETA-Batasuna y el PNV se quieren cargar. Y no solo ellos, por desgracia.
Pero el terrorismo republicano no se estrelló únicamente contra el muro británico, sino también contra la negativa del nacionalismo moderado a hacer frente común con el Sinn Fein y el IRA. Aquél rechazó una dinámica que abocaba a la consolidación de bloques y ahondaba el conflicto y la división en la sociedad. Justo la trayectoria opuesta a la que ha seguido el PNV desde el pacto de Lizarra, que selló la creación de un bloque nacionalista contrario y excluyente del constitucionalista. Lizarra invocaba el caso del Ulster, pero interpretado a su conveniencia. A conveniencia de quienes quieren convertir el País Vasco en un gueto nacionalista, que es el escenario que les blindaría en el poder. Que terminaría de cerrar la empalizada del feudo.