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EDITORIAL

Hay que neutralizar a las víctimas de ETA

Pretenden neutralizar a las víctimas justo en un momento en que el Gobierno ya ha anunciado su disposición —si ETA concede otra tregua— a saltarse el Estado de Derecho y sentarse a negociar impunidades con quienes la ley exige en todo momento detener.

Hay algo mucho más repudiable que los salvajes intentos de agresión contra Bono perpetrados por una parte minoritaria de las víctimas o de quienes se manifestaron con ellas el pasado sábado contra ETA en reclamo de justicia. Y es que se utilice este indeseable capítulo para tratar de denigrar o de neutralizar con él a un colectivo tan respetable como las víctimas del terrorismo. Y hacerlo, precisamente, en un momento en que el Gobierno ya ha anunciado su disposición —si ETA concede otra tregua— a saltarse el Estado de Derecho y sentarse a negociar impunidades con quienes la ley exige en todo momento detener.
 
Gregorio Peces Barba, en lugar de presentar su inmediata dimisión por haber ofendido al conjunto de las víctimas con su bochornosa e inaceptable negativa a asistir con ellas a esa encomiable manifestación, todavía tiene la desfachatez de llamar a capítulo a la Asociación de Victimas para atajar la “conducta intolerante, el extremismo, o la manipulación política” que, según él, se cierne sobre este digno colectivo, que ahora vuelve a tener motivos para temer convertirse en víctimas de la “paz”.
 
Para Peces Barba, por lo visto, no es “manipulación política” que el Gobierno de ZP, sin someterlo a consenso con su socio en el Pacto por las Libertades, le escogiera entre sus filas como Alto Comisionado para las Víctimas del Terrorismo. Tampoco debe ser manipulación política que se desvirtúe la palabra “paz” para burlar el imperativo de justicia. Y eso por no hablar de la “manipulación política” que explotó con toda su fuerza del 11 al 14M.
 
A algunas víctimas del terrorismo islamista, como Pilar Manjón, les podrá alegrar que Zapatero ofrezca satisfacciones a sus verdugos, como la que les dio con su precipitada retirada de Irak. También algunas víctimas podrán llamar “perro” a Aznar con tanto o más desprecio como se lo llamaron al ex presidente los autores del 11-M. Que existan estas coincidencias entre víctimas y verdugos del 11-M es señal de una “manipulación política”; pero no lo es, desde luego, un hecho tan lógico y natural como que la inmensa mayoría de las víctimas de ETA vean con irritación a los independentistas de Carod-Rovira siendo socios de un Gobierno que ya ha dado varios pasos de acercamiento a los nacionalistas y que ahora está a la espera de dialogar —y no de detener— a los etarras que todavía están en libertad.
 
¿Justifica todo esto las agresiones contra un ministro como Bono, que tan fielmente sirve a este Gobierno, sobre todo como coartada? Todo lo contrario. Sólo personas cegadas por el dolor o por la estupidez vendrían a comportarse como si fueran infiltrados de quienes más interesados están en denigrar el buen juicio y la voz de las víctimas. No permitamos, pues, que den la vuelta a la tortilla. Peces Barba, a dimitir, y las victimas, a decir bien claro y fuerte que no van a consentir que ETA siga esperando de ZP “gestos para Euskalherria tan valientes como los dados en Irak”.

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