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Pío Moa

Todo por la paz

Ellos desean ardientemente que Irak no se estabilice y que la democracia, o algo de democracia, resulte allí imposible. De igual modo desearían un segundo holocausto en Israel. Por supuesto, no lo dirán con estas palabras

Los socialistas, los comunistas, los nacionalistas periféricos y todos los progres del país que les acompañan ven con desconfianza y preocupación el proceso de estabilización y libertades en Irak. Ellos desean ardientemente que Irak no se estabilice y que la democracia, o algo de democracia, resulte allí imposible. De igual modo desearían un segundo holocausto en Israel. Por supuesto, no lo dirán con estas palabras, ellos emplean otra retórica llena de buenas intenciones y consideraciones humanitarias… que en el fondo significa lo mismo y conduce a lo mismo. La frase famosa: “Los nazis son los cínicos, porque reconocen abiertamente su violencia y su tiranía, y los comunistas los hipócritas, porque niegan descaradamente las suyas”, tiene aquí perfecta aplicación.
 
Los hechos están ocurriendo ante nuestros ojos con tal claridad que nos cuesta mirarlos de frente, pero sólo hace falta un poco de memoria y agudeza para ver la conexión entre ellos por debajo de la palabrería, para entender su sentido. Cuando se trató de derrocar a Sadam salieron de ese magma “progresista” desde personajillos ofreciéndose como escudos humanos al tirano, muy promocionados por los medios de masas (¡menudo periodismo tenemos, con las excepciones de rigor!), hasta titiriteros cantores de las glorias de los dictadores, fueran Sadam, Castro o el demagogo Chávez, que según aquellos representan y defienden a sus pueblos contra el “imperialismo”, qué menos. Vaticinaban (y deseaban) nuestros progres un gigantesco baño de sangre en Irak: cientos de miles de muertos, millones de desplazados, una “catástrofe humanitaria” sin precedentes. No pasó nada parecido, y por un tiempo anduvieron alicaídos todos esos “enemigos de la guerra”, hasta que el salvaje terrorismo de la “resistencia” del “pueblo iraquí”, volvió a levantarles  el ánimo. En alas de esa odiosa manipulación, más la matanza de Madrid, llegó Rodríguez al poder.
 
Y la primera hazaña del nuevo y flamante presidente español consistió en dar al terrorismo islámico la mayor y más fácil victoria política obtenida por éste hasta hoy, retirando las tropas españolas que en Irak protegían a los ciudadanos iraquíes del mismo tipo de desalmados que habían asesinado a casi 200 personas en Madrid. Por esa medida, auténticamente criminal, Rodríguez  fue efusivamente felicitado por El Egipcio, uno de los criminales inductores de la matanza de Madrid. El Egipcio sugirió que los demás países europeos debían hacer como el gobierno español, y poco después Rodríguez, en Túnez, llamaba a los gobiernos implicados en la reconstrucción de Irak a seguir su ejemplo, abandonando a los iraquíes en manos de sus torturadores.
 
Rodríguez se ha justificado criticando el derrocamiento de Sadam, porque con él se buscaba acabar con el terrorismo, y ha resultado que ahora hay allí más terrorismo que antes. Magnífico argumento, que en su tiempo los nazis habrían agradecido. Cuando las democracias declararon la guerra a Hitler, el resultado inmediato fue la conquista de casi toda Europa occidental por los nazis. Un Rodríguez de aquel tiempo habría dicho: “¿Lo veis? Debe evitarse la guerra a todo trance y hacer las concesiones necesarias para tener a los nazis contentos, porque así preservaremos la paz”. Y hubo por entonces muchos Rodríguez, aunque fracasaron en su “pacífico” empeño. También durante la guerra fría se publicitaban como “pacifistas” los intentos de paralizar cualquier medida de defensa ante el expansionismo comunista.
 
Y dentro de España ocurre algo muy parecido: el PNV y los nacionalistas catalanes insisten en que hay que dar a ETA lo que exige, para conseguir la paz; el PSOE va dando a los nacionalistas catalanes y al PNV lo que exigen para conseguir la paz; y en la derecha muchos propugnan no criticar al PSOE y hacerle las mayores concesiones para no parecer extremistas o belicosos. Una cadena de bienintencionados apóstoles de la paz. De la paz del terror. Tal es su programa, en España y en Irak.

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