Menú
Amando de Miguel

Sobre la lengua tradicional

Antonio Rodríguez (Puerto Rico) me comenta que en Puerto Rico dicen antier por “antesdeayer”. Me alegra esa fórmula tan gaditana. Me comunica que los puertorriqueños adultos dicen a los pequeños cuando se portan mal: “¿Es que te crees que esto es una república?”. Don Antonio considera que la expresión proviene de la I República en España, que fue un desastre. Nada de eso. Quiero decir que la República fue un desastre, pero no está ahí el origen de la expresión. Antes de esa época ya existía la voz “república” como lugar donde conviven jovencitos de forma más o menos jocunda o desordenada. Así se decía una “república de estudiantes” (piso compartido), una “república de oficiales” (solteros en un cuartel o residencia aneja), la “república literaria” (escritores bohemios).
 
Adriana Gámez (mexicana residente en Barcelona) certifica que en México también dicen antier. Me congratulo.
 
El escritor Antonio Burgos, a quien yo citaba por la elegancia de sus dichos populares, sostiene que la fórmula de antier no es ni castiza ni fina, sino la que viene en el DRAE. Directamente procede del latín. Es cierto, pero el diccionario oficial señala que es un coloquialismo para el correcto “antes de ayer” o “anteayer”. Don Antonio proporciona un sentido aún más popular de ese coloquialismo, su uso como negación irónica. Por ejemplo, dice el de la tierra de María Santísima: “Antier voy a votar yo que sí a la Constitución Europea”. Excelente juego popular de las palabras. Podría ser una forma de antífrasis. Don Antonio es un maestro en anfífrasis.
 
José Antonio Mases me comunica que el antier “se emplea en Santo Domingo, Cuba y otros países hispanoamericanos”. Hay que felicitarse. Pero me rebelo un poco contra la reprimenda: ¿”Cómo es posible que dé usted por buena la palabra antesdeayer en vez de anteayer, que es la que se recoge en el Diccionario de la Real Academia? Me decepciona el constatar que incurre usted en el vicio que practican casi todos los llamados periodistas”. No sé a qué vicio se refiere. El DRAE recoge las tres formas: antier, anteayer y antes de ayer (esta última como tres palabras, no una). En mi familia de origen (agricultores castellanos) yo siempre he oído antes de ayer. Para mí esa es tan autoridad como la Academia. Pero convivo estupendamente con los que dicen anteayer o antier. En el siglo XVIII se decía también antiyer. No hay vicio ninguno.
 
Juan Manuel García (Gran Canaria) remacha que la fórmula antier se utiliza habitualmente en la isla de Gran Canaria. En esa isla se escuchan “muchas palabras del castellano antiguo que ya no se usan en el territorio peninsular y que aquí forman parte de nuestro lenguaje habitual”. Me parece estupendo.
 
Ramiro Fragio (Requena, Valencia) quiere saber si se puede utilizar en algún caso el “más bueno” en lugar de “mejor”. Él sugiere “es la mujer más buena que he conocido”. La frase hecha “es más bueno que el pan” resulta muy expresiva. Yo dejaría “mejor” para las comparaciones estrictas. El “más bueno” va bien en el lenguaje coloquial, familiar. Tampoco hay que pasarse con lo de “más mejor”.
 
Maribel Torbeck (corresponsal fidelísima) se plantea qué hacer con las expresiones tradicionales que transmiten xenofobia. Cita “trabajar como una negra” o “hacer una judiada”. Se podrían añadir cientos. Hay un diccionario entero donde se recogen las palabras comunes que proceden de nombres propios: Deonomástica hispánica de Consuelo y Celeste García Gallarín. Recuerdo algunas: “hacer el indio”, “gitanear”, “lesbiana”, “organizar un belén” (confusión). En el Inventario general de insultos de Pancracio Celdrán se recogen muchos que son la expresión de un conjunto étnico o geográfico. Por ejemplo, “bobo de Coria” (y de otros muchos lugares), “gabacho” (francés), “tonto de Candelario”. A veces un despectivo por el origen se transforma en un cumplido, por ejemplo, “el Greco” (aunque todavía sigue la variante “gringo”, el que habla raro, como los griegos) o “chicano”. Mi opinión es que hay que dejar las palabras como están y que nadie se ofenda. No tiene sentido que empecemos a decir “trabaja como un subsahariano”. Un niño “mongólico” es así y habrá que quererlo mucho sin que tengan que sublevarse los de Mongolia. Si yo digo de alguien que “miente (o bebe) como un cosaco” o que una persona grosera es un “cafre” no tienen por qué molestarse los de esas tribus. Por lo mismo, en otros idiomas dicen “castillos en España” para indicar sueños vanos, deseos locos. Yo no me ofendo y eso que vivo en una especie de castillo sin almenas.

Contacte con Amando de Miguel

En Sociedad

    0
    comentarios