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Bush insiste

La guerra contra el terror sigue siendo un “compromiso vital”, y para librarla seguirá “construyendo coaliciones”. Pero a largo plazo la paz sólo se conseguirá “eliminando las condiciones que nutren el radicalismo y las ideologías asesinas”.

Unos días después del elevado discurso de toma de posesión llega el del Estado de la Unión. Entre medias quedan las elecciones iraquíes, que tan eficazmente han preparado el terreno. El primero de reafirmación de grandes principios, la promoción de la libertad como espíritu, objetivo y guía de la acción exterior. Del segundo se esperaba la concreción que faltó en el anterior. Aunque ha estado algo más centrado en temas internos, lo que ha dicho y ha dejado de decir sobre política internacional es importante aunque diste mucho de la concreción programática que muchos hubieran deseado.
 
La guerra contra el terror sigue siendo un “compromiso vital”, y para librarla seguirá “construyendo coaliciones”. Pero a largo plazo la paz sólo se conseguirá “eliminando las condiciones que nutren el radicalismo y las ideologías asesinas”. Y de nuevo nos topamos con el principio básico del que Bush pretende que fluya toda su política exterior: “La única fuerza suficientemente poderosa para detener el ascenso de la tiranía y el terror, y reemplazar el odio por la esperanza, es la fuerza de la libertad humana”. En su pensamiento la tiranía es la causa, el terror la consecuencia y la libertad el remedio.
 
Si la proclamación de la posibilidad del recurso a una guerra preventiva contra las amenazas provenientes de los países del “eje del mal” (violación de derechos humanos + terrorismo + armas de destrucción masiva) llegó a ser considerada como la “doctrina Bush”, habrá ahora que designar una segunda doctrina, que puede muy bien estar enunciada en estas palabras: “América estará con los aliados de la libertad en apoyo de los movimientos democráticos en el Oriente Medio y más allá, con el fin último de acabar con la tiranía en nuestro mundo”. Se trata de una variante de lo que en su momento fue la doctrina Reagan, que prometía igualmente apoyo a los freedom fighters que luchaban contra regímenes comunistas.
 
Ahora Bush dota a la doctrina de una mayor generalidad: cualquier forma de tiranía y anuncia que su ámbito no se reduce al Oriente Medio. Y este objetivo, verdadera misión, lo sitúa, en el contexto de los grandes sueños americanos, apoyándose en una cita de Franklin Roosevelt : “cada edad es un sueño que muere y otro que nace y vivimos en el país donde nacen los grandes sueños” entre los que enumera la abolición de la esclavitud, la liberación de Europa del fascismo, la caída del comunismo imperial, para cerrar solemnemente el discurso con “El camino de la Providencia es desigual e impredecible, aunque sabemos a donde conduce: Conduce a la libertad”.
 
No cabe duda de que al presidente le importa una higa que sus enemigos ideológicos piensen que se trata de “una temible declaración de petulante idealismo”. Eso es en lo que cree, eso es lo que lo mueve y no tiene el más mínimo empacho en decirlo. No podrá aplicarlo en todas partes y al mismo tiempo. Tendré que establecer prioridades y tragarse algunos sapos y culebras pero mientras tanto pone sobre aviso a algunos sin andarse con rodeos aunque con grandes diferencias de tono, extremando la cortesía pero sin empañar la claridad a Egipto y Arabia Saudí, con contundencia y sin ocultar una amenaza implícita a Siria e Irán. 

GEES, Grupo de Estudios Estratégicos

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