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Ignacio Villa

ZP, el turista progre

Encantado de haberse conocido, expuso una paupérrima gestión política, como si en España no hubiera existido la democracia y la normalidad social hasta su llegada al poder

El paso del presidente Zapatero por la Asamblea Nacional francesa ha dejado el poso de la vergüenza ajena. Un presidente del Gobierno, entre simplón y pueblerino, alardeando de los propios errores y convirtiéndose en un sainete de la política española.
 
Zapatero ha llegado a la Asamblea Nacional francesa como un turista listillo. Ha dicho con esa cursilería tan habitual en él, que es de izquierdas, progresista y que su Gobierno retiró a las tropas de Irak como primera decisión política para luego reír y sonreír una vez tras otra como único referente de su gran bagaje político.
 
El Jefe del Ejecutivo español ha ido desgranando su gestión en estos primeros meses entre vaguedades, obviedades e irrelevancias. Ha hablado de becas, de igualdad entre los hombres y las mujeres o de las pensiones. Zapatero, encantado de haberse conocido, expuso una paupérrima gestión política, como si en España no hubiera existido la democracia y la normalidad social hasta su llegada al poder.
 
¿Y qué hacían mientras tanto los diputados franceses? Pues sencillamente pasarlo en grande. ¿Es posible tanta simpleza en un Jefe de Gobierno?, se leía en los rostros de los representantes de la Republica francesa asombrados de tanta nulidad en alguien que debería ofrecer una imagen de cierta consistencia. Por cierto, ningún ministro del Gobierno francés, a excepción el primer ministro han estado presentes en el hemiciclo. Parece que eran conscientes de lo que les esperaba.
 
Ciertamante Zapatero ha vuelto a dejar en ridículo a los españoles. Aunque él utiliza el yo, yo, y yo para explicar su labor política, al final, el soberano ridículo que hace en los foros internacionales afecta directamente a la imagen de España y la de todos los españoles. Entre alianzas de civilizaciones, paz perpetua y amor fraterno Zapatero va por la vida, asombrándose de conocer mundo. Eso sí, por obviedades no va a ser. En eso es un auténtico campeón. 

Por cierto, obsesionado por recuperar el pasado y no cerrar las heridas, ha tenido un largo recuerdo para los republicanos exiliados en Francia. De sus fijaciones, nunca se olvida.

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