Entregado al nacionalismo de su socio Carod Rovira, cumpliendo los dictados del terrorismo islamista, especialmente retirando las tropas españolas de Irak, despreciando a millones de ciudadanos simplemente porque no le han votado, el trato que reciben los cristianos es un ejemplo de la displicencia dictatorial con que este Gobierno trata a sus ciudadanos, sacrificando los pocos rasgos de la sociedad civil española, el presidente de Gobierno quiere homenajear a las víctimas del 11-M junto a un dictador, el rey de Marruecos, que se ha negado a colaborar con las autoridades policiales y judiciales al esclarecimiento de la masacre de Madrid.
Terrible asunto que hace sentir vergüenza a cualquier ser civilizado. El antiguo presidente de los EEUU, Clinton, según cuenta sus más allegados amigos españoles, cuando se enteró de que el rey de Marruecos asistiría a la ceremonia del 11-M, no podía creérselo. Pidió asesoramiento y, finalmente, parece que ha desistido de venir a Madrid a la conmemoración. Zapatero no parece inmutarse ante las ausencias de los principales mandatarios del mundo occidental. No le importa. Él sólo parece querer mantenerse en el poder siguiendo los dictados del mundo islámico. ¿Conquistará su ministro Moratinos que el grupo Hamás dejé de ser considerado por Europa una organización terrorista?
El presidente del Gobierno parece haber vendido hasta el gesto. Fíjense y verán que, incluso, empieza a tener dificultades para representarse a sí mismo. El abandono, la venta de su alma, en fin, la dejadez política del presidente es el mejor reflejo de que una sociedad ovina, y la española empieza a dar señales preocupantes de que ostenta un récord de mansedumbre entre las europeas, apenas requiere de nadie preparado moral e intelectualmente para ser gobernada. Un presidente de Gobierno sin un solo criterio nacional, o peor, su única obsesión es desnacionalizarnos, más parece preocupado por llevarnos al establo que por gobernarnos.