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Juan Carlos Girauta

La maraña

Déjense de bromas los convergentes. Hasta que no comprendan que el grupo independentista que amamantaron y mimaron les va a hacer la cama por segunda vez, no habrán entendido nada. Ni Pujol, con lo listo que es, se ha dado cuenta

Tras la inquietante figura de la vaselina, Maragall, que va por libre, dice ahora sentirse como una mujer maltratada. Él sabrá por qué. Nadie acaba de entender al president, y sus colaboradores siguen cruzando los dedos cada vez que abre la boca. Menos sorprende el sempiterno recurso de los socialistas, que reduce cualquier complejidad al enfrentamiento izquierda-derecha. Pero muy suscrito ha de estar uno a los maniqueísmos progres para comprar esa moto.
 
Hablando claro, si hay una alianza estratégica en todo esto, no es la de CiU y PP sino la de ERC y PP para sangrar a CiU. Ni por un momento se ha creído Maragall que CiU y PP se hayan orquestado. Parece claro que Mas habría preferido no hacer nada una vez pidió y obtuvo aquella rectificación -con todo respeto y humildad- del hombre que acababa de acusarle de llevárselo crudo, de trincar, de hacer el egipcio. Curiosamente, Mas no negó las acusaciones. No pidió la rectificación a base de desmentir las corruptelas sino mediante la amenaza, insinuada pero inequívoca, de abandonar la ponencia del Estatut. Y mediante un argumento de novela negra: de lo del 3 % no hay pruebas.
 
Pues alguna sí que hay, y no del 3 sino del 20, gracias a las declaraciones de ciertos empresarios. Pero eso no es lo peor para Mas; lo peor pude llegar pronto y tiene que ver con la auditoría encargada en su día por el tripartito sobre la gestión convergente de subvenciones, adjudicación de contratos y obras, etc. Lo primero a destacar es que la auditoría se llevó a cabo y que PSC y ERC le pusieron ganas a la investigación. Después, con esa pereza que caracteriza al periodismo patrio, se interpretó la falta de materia penal como el punto final del asunto. Pero en realidad la auditoría localizó no pocas irregularidades, y en absoluto pierde su importancia sólo porque las conductas no se consideren delictivas.
 
El poder destructivo de los resultados de aquella investigación es enorme si los tres partidos del gobierno –puestos o no de acuerdo- los administran en el momento justo, cuando se hayan de discutir en el Parlament las acusaciones de Maragall, ya sea en el curso de la moción presentada por el PP, ya sea en el pleno ad hoc.
 
Ahora dice Mas que si Maragall no rectifica, él liderará un cambio de escenario político en Cataluña. No está claro como piensa hacer tal cosa: ¿con una marcha sobre Reus? Déjense de bromas los convergentes. Hasta que no comprendan que el grupo independentista que amamantaron y mimaron les va a hacer la cama por segunda vez, no habrán entendido nada. Ni Pujol, con lo listo que es, se ha dado cuenta. Sigue el hombre lanzando su lazo a los de Carod, que lo van a usar para hacerle una soga.

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