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Agapito Maestre

El luto por las víctimas

El día de las víctimas tiene que ser la unidad de medida de todas nuestras actividades ciudadanas

Hoy es día de luto. Las campanas tocan a difunto no a celebración. Día de compasión y piedad con los caídos. Día para mirarnos en las víctimas. El luto de hoy será la norma del mañana. El día de las víctimas tiene que ser la unidad de medida de todas nuestras actividades ciudadanas. Bien sé que no es día para acriminar a nadie, pero no puedo dejar de reflejar el dolor que ayer me expresaba una víctima del terrorismo de ETA, cuando oyó las palabras de quien pretende gestionar el dolor de los caídos por el terrorismo. Las palabras del Alto Comisionado empiezan a rozar la indecencia moral.
 
Mi amigo me escribía con pena e indignación lo siguiente: “Este hombre, después de pretender pastorearnos, quiere usurpar el papel de víctima. Es un perfecto sinvergüenza. ¿Cuál será el próximo paso? Quizá perseguirnos. Respecto a las insidias aquellas de ceder ante los etarras, o concederle la sangre de los nuestros por unas limosnas para las “pobres víctimas”, me pongo enfermo… Por favor, no tengo ganas de que me digan que mi padre, y otros tanto como él, eran unos idealistas imbéciles por expresar libremente sus ideas. Tampoco soporto a quienes se allanan ante esta siniestra panda de inmorales para decirme: cedamos ante estos chicos, porque ya no puede hacerse nada. Me indigna tanta miseria moral.”
 
Mi amigo tiene todo el derecho del mundo a escribir esas palabras y más, porque no quiere que nadie le robe lo único que le queda: el sufrimiento. Mi amigo, una víctima que me enseña lo que tiene adentro la palabra libertad, vio como mataban a su padre cuando tenía trece años. He ahí motivos suficientes para haberse convertido en un ser que, como diría Gracián, de todo hace delito. Sin embargo, lejos de ser un acusador peor que cruel, vil, por buena voluntad democrática, su dolor lo ha transformado en ingenuidad ciudadana. O sea, cuando no halla solución para algo, jamás acrimina a nadie, sino que utiliza las palabras justas: miseria moral.
 
¿Aprenderá alguna vez el Alto Comisionado lo que encierra esa expresión en boca de una víctima?.

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