Menú
EDITORIAL

Un consensuado regreso y una inesperada deserción

La de Berlusconi es una decisión paulatina y consensuada con el resto de los aliados; lo de ZP, por el contrario, fue una puñalada por la espalda a nuestros aliados que colmó de satisfacción a los terroristas, incluidos los autores del 11-M

El primer ministro italiano, con el conocimiento y el visto bueno del resto de los aliados, acaba de anunciar su decisión de iniciar la paulatina retirada de sus tropas en Irak a partir del próximo mes de septiembre. Aunque Berlusconi haya advertido que el mantenimiento de este calendario dependerá de la capacidad del gobierno iraquí de dotarse de estructuras de seguridad aceptables de aquí a seis meses, se trata de la primera fijación de fechas por parte de un gobierno aliado para emprender el regreso a casa de sus soldados.
 
Aunque Bush y Blair hayan manifestado comprender que los países de la coalición estén "ansiosos" por regresar de Irak, ni el presidente americano ni el primer ministro británico han querido todavía dar un calendario para la salida de las tropas estadounidenses y británicas.
 
Aunque se hayan celebrado ya las primeras elecciones y este mismo miércoles se haya celebrado la reunión de inauguración del Parlamento iraquí, y aunque las fuerzas iraquíes tengan cada día mayor peso en las labores de seguridad, la transición y la pacificación de Irak distan muchos de estar consolidadas. Ahí están los brutales atentados terroristas que tan frecuentemente golpean a la población iraquí y a los soldados aliados para que tengamos constancia de que Irak sigue corriendo riesgos de una involución que aborte su transición a la democracia.
 
No se nos debe escapar, por otra parte, que el anuncio de Berlusconi no descansa tanto en que se haya vislumbrado la consumación de la liberación de Irak, como en razones internas, debido a la proximidad de las elecciones en Italia. Las demandas de los terroristas para que los aliados abandonen Irak a su suerte gozan en Italia de tanto tirón electoral como puedan tenerlo en España. Allí el antiamericanismo de los medios de comunicación es casi tan capaz como lo es aquí de generar esos “agujeros negros”, capaces de lograr que las víctimas coincidan con sus verdugos a la hora de responsabilizar al gobierno de las masacres terroristas.
 
Que George Bush, enemigo número uno del terrorismo islámico, sea a su vez, también en Italia, uno de los personajes más odiados por la opinión pública, da buena muestra de hasta qué punto la causa del terrorismo islámico ha tenido en los medios de comunicación occidentales a un impagable aliado. Aunque en Italia los medios de comunicación no hayan llegado tan lejos como para equiparar a esos criminales dementes con la “guerrilla que resistió a los soldados de Napoleón”, lo cierto es que también en aquel país los medios de comunicación se han hartado de presentar a los terroristas como “insurgentes” o “resistentes”.
 
No hay, pues, que extrañarse de que Berlusconi, con las elecciones a la vuelta de la esquina, quiera poner ya fecha al regreso de sus tropas. Con todo, y aunque podamos calificarla de precipitada, la decisión del mandatario italiano no puede ser equiparada a la gravísima deserción de Irak perpetrada, a prisa y corriendo, por Zapatero nada más llegar al gobierno y tras una masacre terrorista. La de Berlusconi es una decisión que se adelanta a la del resto de los aliados a la hora de fijar el regreso a casa, decisión que es consensuada con el resto de los aliados y que no se despreocupa de la suerte de los iraquíes; Lo de ZP, por el contrario, fue una puñalada por la espalda a nuestros aliados, que colmó de satisfacción a los terroristas –incluidos los autores del 11-M- y que dejó irresponsablemente en la estacada al pueblo iraquí.
 
Berlusconi basa el futuro y paulatino regreso de sus tropas en un pronto sofocamiento del terror que todavía golpea a Irak; la fulminante decisión de ZP fue, por el contrario, un balón de oxigeno a los terroristas que, desde entonces, han fortalecido su creencia de que la presión del terror es capaz de variar las políticas que le son adversas. No hay, pues, que extrañarse de que Bush comprenda en Berlusconi lo que no es capaz de perdonar en ZP.

En España

    0
    comentarios