Francisco Baeza, aunque reside en Alicante, se siente “manchego como el queso”. Se maravilla de la jerigonza de los niños alicantinos el mezclar el valenciano de la calle, el valenciano académico del colegio y el castellano ubicuo. No sé si es por esa razón, pero don Francisco me pregunta por el origen del verbo follar. Es bien fácil. Procede del latín nutricio, de follis (= fuelle) y de fullicare (= jadear). Como es evidente, ambas voces se relacionan, a través del sonido que hace el fuelle y del que se esfuerza placenteramente para el trance amoroso. De esa raíz se deriva follar (= copular, pero también estropear o fastidiar) y el más refinado holgar (= descansar). Un derivado curioso es huelga (= cesación del trabajo), palabra que, a su vez, en el dialecto andaluz da juerga. Hay que ver lo que da de sí el rítmico fuelle. La variante joder (= copular, pero también estropear o fastidiar) procede del latín futuere (= copular lícitamente). Una variante es fornicare (copular ilícitamente), que también significaba doblarse, como se dobla un arco o una bóveda. En ese caso el catalán está más cerca del latín (fotre) y también el inglés (fuck). Esas efes transformadas en jotas son un resto de la influencia del vasco o del árabe en el castellano.
Antonio del Saz amplía el comentario sobre la voz kafir: “Efectivamente, kafir o kaphir en árabe quiere decir infiel, pero más en el sentido de ateo que en el de creyente de otra religión. No obstante, kafir o kaffir en afrikáans es el nombre despectivo para las personas de raza negra, un verdadero insulto”. Así pues, nuestro cafre está perfectamente clasificado. No debe molestarse ningún “subsahariano”.
Alejandro García Cogollos (Amsterdam) se plantea la duda de si deberíamos escribir “teléfonos móbiles” con B, “como mobiliario o mueble”, o bien “móviles, de mover, inmovilizado, etc.”. Don Alejandro prefiere móbil. La ambigüedad procede del latín, donde está movere (= mover) y mobilis (= mueble). En castellano está muy claro. Los derivados de moverse van con V y los que proceden de mobilis van con B. Así, móvil, mueble, inmóvil, inmueble, mobiliario, conmover, movimiento, amueblar.
Puestos a hablar de étimos, don Alejandro me da su versión del término ostracismo. En su opinión, era la pena de destierro en Atenas que se escribía en piezas de cerámica llamadas ostracas. Mi versión es que la palabra griega es ostrakinos (= de barro cocido) quizá por el recuerdo de las primeras vasijas, antes de la alfarería, que eran simples conchas (ostrakion). El destierro es ostrakismós, quizá porque el edicto figuraba en unas tablillas de barro. La cerámica es algo posterior; procede de China, donde lograron hornos con temperaturas muy altas. Aun así, la palabra es también griega, keramikós, hecho de arcilla. Pero la cerámica necesita hornos con fuelle o tiro, en los que se puede fundir el caolín (de Kao ling, una ciudad china). No se olvide que mi lugar de nación es Pereruela (Zamora), el pueblo de los cacharros de barro piroresistentes.