He de admitir que este Fabio Capello es un auténtico vendedor ambulante de crecepelo. Primero amagó con aquello tan rocambolesco, pero que sin embargo tuvo el indudable efecto beneficioso de hacernos reír a todos a mandíbula batiente, de que tenía la camiseta blanca tatuada en su piel, y ahora nos amenaza con que lleva al Real Madrid en la sangre... ¡En la sangre, ni más ni menos!... ¿Pero esto que es, un repaso al cuerpo humano?... Me hago cruces pensando en lo que nos estará preparando este hombre para la próxima ocasión... ¿Leucocitos con el rostro del presidente Santiago Bernabéu?... ¿Glóbulos rojos cantando a coro el himno del centenario de Plácido Domingo?... ¿Células que, vistas al microscopio, saltan cada siete minutos con eso de "illa, illa, illa, Juanito maravilla"?
Hay que reconocer que el orate italiano con el "Txistu" tatuado no tiene ningún desperdicio. Ya supuso una auténtica vergüenza que, después de darle a Lorenzo Sanz con la puerta en las narices, continuara vendiendo por ahí, un año después de su tocata y fuga, que el equipo que logró la séptima Copa de Europa le pertenecía a él, desacreditando así el trabajo del entrenador alemán Jupp Heynckes, un hombre educado que siempre quiso permanecer en segundo plano. Capello debe echar mucho de menos las fabes con almejes y los callitos a la madrileña para hacer un ridículo tan internacional. Dice que lleva al Real Madrid en la sangre... ¡Pues le habrán hecho una transfusión durante los últimos cinco años sin que nos hayamos enterado el resto!... ¡Pero si sólo estuvo aquí diez meses!