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Juan Carlos Girauta

Perder el nombre y perder el norte

un PP dispuesto a renunciar a cualquier cuota de poder para cambiar el gobierno vasco y un PSOE dispuesto a renunciar a cualquier cuota de vergüenza para acceder al gobierno vasco, con el permiso de los nacionalistas

Los socialistas vascos se permiten rechazar las ofertas populares para formar un gobierno constitucionalista en el País Vasco porque dan por sentada una diferencia entre las dos formaciones. Como quiera que esa diferencia tiene que ver con valores, al asumirla públicamente Patxi Nada se retrata. Y encima lo hace bromeando: “va a ser que no”. Qué gracia.
 
Como para reírse están las cosas, Patxi Nadie. Ese escamotear el apellido y ese destacar la equis, que presume más autóctona, acercan al líder socialista vasco al inquietante título de la trilogía de Robert Musil, El hombre sin atributos, o al que llevó en España aquel film de Frank Capra, Juan Nadie. Podado de españolismos, ya más integradito y casi pidiendo perdón por existir, nadie ignora lo que sucedería si el Partido Socialista pudiera formar gobierno con los votos populares. Para el PP, desplazar del poder al nacionalismo es algo bueno en sí mismo; por eso Patxi Punto se limitaría a exigir, y a obtener, el apoyo popular sin contraprestaciones, con él de lehendakari, por supuesto, sin darle a los de San Gil ni una cartera, sin acuerdos de gobierno y sin dar las gracias. A lo mejor hasta le apetecía a Patxi Sin Más despreciar los votos populares y, pudiendo no hacerlo, preferiría gobernar con el PNV. Es más, quizá, como a Benegas en su día, le parezca que al PNV le corresponde gobernar el País Vasco por derecho natural aunque pierda las elecciones. ¿Acaso no son suyos el día de la patria, la bandera, y hasta el mismísimo nombre del país?
 
Pero si el PP volviera a ser segundo y esta vez pudieran formar gobierno los constitucionalistas, se evidenciaría aquella diferencia de valores con toda crudeza: Patxi Anónimo, siendo tercero, le diría a la líder popular que se olvidara de la presidencia, pues el derecho natural al poder vasco no pasa por un partido como el suyo, salta del PNV a ellos. Se impondría como lehendakari y San Gil lo aceptaría. ¿Por qué? Repito, porque para el PP el desplazamiento de los nacionalistas del poder en el País Vasco es bueno en sí mismo. No hay que descartar que Patxi Incógnito siguiera, aún en ese escenario, prefiriendo a los de Ibarretxe. Al fin y al cabo ambos tienen un plan; el uno es genuinamente soberanista, el otro es una carta de desistimiento. Los socialistas podrían llegar a decirles a los populares que no quieren contaminarse con sus votos, que los días de Redondo Terreros ya pasaron.
 
Sea cual sea la combinación, siempre topamos con lo mismo: un PP dispuesto a renunciar a cualquier cuota de poder para cambiar el gobierno vasco y un PSOE dispuesto a renunciar a cualquier cuota de vergüenza para acceder al gobierno vasco, con el permiso de los nacionalistas, redimido gracias a su plan de la renuncia y abjurando de pasadas fidelidades. Perder el nombre es un modo como cualquier otro de empezar a perder el Norte.

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