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Juan Manuel Rodríguez

Paseando por la Universidad de Dupont I

Tom Wolfe, que pasó cuatro años seguidos recogiendo información en los campus de Yale, Harvard, Duke, Michigan o Alabama, critica con inusitada dureza un sistema universitario que no promueve el nivel intelectual o la curiosidad cultural

Se ha estrenado en España la película "Coach Carter", en la que Samuel L. Jackson interpreta al entrenador de baloncesto Ken Carter, y acaba de aparecer también en nuestro país la última novela de Tom Wolfe, "Soy Charlotte Simmons", en la que el "padre del nuevo periodismo" se dedica en cuerpo y alma a la tarea de despedazar a los universitarios estadounidenses y al sistema universitario en general, responsable, según él, de la degradación moral e intelectual de sus alumnos. El último "best-seller" de este dandy sureño afincado en Nueva York ha sido destrozado por la clase intelectual de la "ciudad de los rascacielos", y mucho más después de que el mismísimo George W. Bush recomendara encarecidamente su lectura. ¿Qué conexión existe entre el estreno de "Coach Carter" y la aparición del último libro (un tocho de 897 páginas) del autor de la mítica "Los años del desmadre, crónicas de los 70" o "La hoguera de las vanidades"?
 
Hace algunos días la universidad de Carolina del Norte, uno de los clásicos del deporte de Estados Unidos, conseguía su cuarto título nacional tras derrotar a Illinois por cinco puntos, 75-70. El equipo entrenado por Roy Williams (mano derecha de Dean Smith durante quince temporadas en la universidad de Kansas) y liderado en la pista por un pivot aparentemente tosco y lento como Sean May (26 puntos y 10 rebotes) y por Rashad McCants, una auténtica "metralleta" cuando está feliz, se deshizo de su rival gracias a una defensa que aturdió, primero, y acabó desmoralizando, después, a Luther Head, un jugador que ya sólo piensa en el premio "gordo" de la lotería: el salto definitivo a la NBA, la Liga de las Ligas.
 
Tom Wolfe, que pasó cuatro años seguidos recogiendo información en los campus de Yale, Harvard, Duke, Michigan o Alabama, critica con inusitada dureza un sistema universitario que no promueve el nivel intelectual o la curiosidad cultural sino únicamente el éxito social. Pero cuando su juicio pasa de ser cínico a convertirse en auténticamente corrosivo y despiadado es cuando se refiere a los equipos deportivos, formados por alumnos generalmente poco aventajados a quienes se aprueba por el mero hecho de ser afortunados propietarios de unos cuerpos atléticos que les permiten machacar con comodidad una canasta. Por eso cuando leí la noticia de la victoria de la universidad de Carolina del Norte en la final de la Liga Universitaria me vinieron rápidamente a la cabeza "Jojo" Johanssen, André Walker, Charles Bousquet o Vernon Congers, jugadores surgidos de la imaginación de Wolfe para formar parte del potente equipo de baloncesto de la ficticia universidad de Dupont.

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