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¡Yo no he sido!

Moratinos ha rectificado y se ha sumado a la “Doctrina Westendorp”: las malas relaciones no se deben a lo que el Gobierno Zapatero hace, sino a lo que las huestes de Aznar enredan

Algo extraño estaba ocurriendo cuando RTVE comenzó a reconocer que las relaciones entre España y Estados Unidos no pasaban por su mejor momento. Pronto descubrimos que el triunfal viaje del ministro Moratinos no iba a ser tal. Que nuestra embajada difícilmente podría ocultar el desplante de los legisladores, Kerry incluido, el tratamiento despectivo de la Administración y, a fin de cuentas, la inexistencia del Gobierno español en el centro de poder más importante de la Tierra.
 
El Gobierno ha cambiado su política informativa. Lo que antes era mentira, ahora es verdad. Resulta que Moratinos ya no habla un día sí y otro también con Rice, ni le consultan sobre la crisis de Oriente Medio, tema en el que es reconocido especialista por su complicidad con terroristas de muy distinto signo. Parece que teníamos razón cuando repetíamos que el Gobierno Zapatero había quedado aislado. Que no habría represalias, sino vacío.
 
Moratinos ha rectificado y se ha sumado a la “Doctrina Westendorp”: las malas relaciones no se deben a lo que el Gobierno Zapatero hace, sino a lo que las huestes de Aznar enredan. El argumento resulta a todas luces estimulante. Por una parte quita toda responsabilidad a los socialistas por su política en Irak, Cuba o Venezuela, por su descarado antiamericanismo o por llamar “criminal” a Bush hasta la saciedad. Por otra, nos presenta un Gobierno Popular en el Exilio, incardinado en el corazón del poder imperial, hasta el punto de determinar con sus intrigas el devenir estratégico de la “Hiperpotencia”.
 
Somos conscientes de que nos repetimos, pero cómo calificar este comportamiento sino de adolescente. El no querer asumir la responsabilidad de los propios actos es un ejemplo claro de inmadurez. No de inmadurez política, sino personal. Si se hace lo que Zapatero y sus colegas han venido haciendo, ¿qué pueden esperar sino lo que se han encontrado? Dar a entender que un grupo de peperos anda liando en Washington es de una ingenuidad impropia de quien tiempo ha cumplió los dieciocho años. Como han podido comprobar, no se trata del núcleo bushita, sino del conjunto de la clase política norteamericana, que está indignada con el gobierno español. Por muchos y muy competentes que fueran los delegados de Aznar por aquellas tierras, tamaña labor, convencer al conjunto de republicanos y demócratas, iría mucho más allá de su influencia real.
 
No hace falta que nadie enrede en Washington. Zapatero, con la entregada colaboración de Bono y Moratinos, se bastan y sobran para tirar por tierra el trabajo de treinta años de diplomacia española. Nadie se lo va a disputar. Ese patrimonio es sólo suyo.

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