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Ramón Villota Coullaut

Incumpliendo la Ley

si antes la excusa era que la legislación anterior a la Ley Orgánica de Partidos Políticos impedía actuar contra Herri Batasuna, ahora esa legislación que antes servía como excusa existe, está en vigor, pero no quiere aplicarse

Todas las voces que estos días critican la propia existencia de la Ley Orgánica de Partidos Políticos –entre ellas la de la magistrado del Tribunal Supremo Margarita Robles, alto cargo del Ministerio de Justicia e Interior en tiempos de Belloch– parten de una premisa falsa e incluso malintencionada. Esta Ley, como cualquier parte del ordenamiento jurídico, es eficaz o no según se utilice. Así, si una norma legal prevé la ilegalización de un partido político o su no posible presentación a las elecciones, y este mecanismo legal no se utiliza, la pregunta que nos hemos de hacer es la razón por la cual no se aplica.
 
Si realmente las críticas a la Ley de Partidos van por el camino de querer volver a la situación anterior, en donde partidos políticos vinculados o dirigidos por ETA, cuando no partes mismas de la organización terrorista, podían presentarse a las elecciones, estar presentes en las Cámaras y hablar de tú a tú con otros partidos políticos, entonces sí, lo mejor es ser menos hipócritas y reformar la Ley Orgánica de Partidos Políticos. Porque lo que no tiene sentido es tener los mecanismos para que el Partido Comunista de las Tierras Vascas –menudo nombrecito se han buscado– no se pudiera presentar a las elecciones autonómicas de este 17 de abril y no utilizar estos resortes legales para impedirlo. O no utilizarlos ahora, aunque el daño ya está hecho.
 
Así, en la práctica vamos a volver a la situación anterior, en donde ETA vuelve a tener su rama política en funcionamiento, pero con una legislación que permite ilegalizar a un partido político como el PCTV. Es decir, no estamos igual, sino algo peor, porque si antes la excusa era que la legislación anterior a la Ley Orgánica de Partidos Políticos impedía actuar contra Herri Batasuna, ahora esa legislación que antes servía como excusa existe, está en vigor, pero no quiere aplicarse, con lo que la imagen que se da al nacionalismo vasco es de poco respeto a la ley y de que el Gobierno ZP permite volver a las instituciones a Batasuna, con su denominación actual, eso sí, sólo por un cálculo electoral que se ha podido comprobar, además, erróneo.

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