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EDITORIAL

Cortina de humo

La pelota se encuentra ahora en el tejado del Gobierno. Los populares no tienen inconveniente en retomar un Pacto que debería haberse reunido hace mucho tiempo. Pero ser voluntarioso no significa ser tonto

La cercanía del Debate sobre el Estado de la Nación y la pérdida paulatina de popularidad de Zapatero han llevado al Gobierno a aplicar el enésimo giro de tuerca al ya de por si retorcido sainete en que se ha transformado la lucha antiterrorista tras las elecciones vascas. Durante la semana previa a la cita electoral se apremió a la Fiscalía General del Estado y a la Moncloa para que procediesen de inmediato contra el PCTV/EHAK, fachada tras la cual se esconden antiguos miembros y dirigentes de Batasuna. No sirvió de mucho. Zapatero aseguró no encontrar motivos para evitar que los proetarras zafados tras las siglas del partido de Nekane Erauskin se presentasen a las elecciones. Días después, el oprobio se cernió sobre todo el país al tiempo que los ya diputados de EHAK eran jaleados por los que en otro tiempo había sido cabeza visible del brazo político de los terroristas.
 
La artera maniobra, medida al milímetro y sin rubor por los estrategas de Ferraz, consistía, como ya hemos insistido desde aquí, en apartar al PP, potenciar la izquierda radical vasca para mermar apoyos del PNV y forzar, de este modo, un acuerdo necesario con los de Patxi López. No importó que, en el País Vasco, PP y PSOE compartan objetivos políticos y sean los dos pilares fundamentales que se baten en defensa de la Constitución y el Estatuto de Guernica. Tampoco, y esto es lo más sangrante, que esa izquierda radical forme, en su gran mayoría, parte de la ETA o que, al menos, así lo perciba el resto de la sociedad española, estafada mil veces con el tongo del diálogo con quien no quiere ceder un ápice sus pretensiones.
 
Consumada la fechoría, y sin siquiera haber recogido los resultados esperados en los comicios, Zapatero ha lanzado un bote de humo para tapar en lo posible el nauseabundo olor que emana del sucio ardid que ha puesto a la Constitución en jaque en el País Vasco. La tapadera es una reunión de compromiso del Pacto Antiterrorista. Con esto pretende congraciarse con una audiencia un tanto escamada por el sinsentido de la campaña vasca. Porque, aunque la parroquia progre insista en lo contrario, la realidad es que el domingo pasado no fue un buen día para las libertades en esa castigada autonomía. Ha hecho bien Ángel Acebes en advertir la jugada que se aproxima, y ha hecho mejor Mariano Rajoy en condicionar su asistencia a la reunión a que desde el Gobierno se tomen medidas inmediatas contra el PCTV.
 
La pelota se encuentra ahora en el tejado del Gobierno. Los populares no tienen inconveniente en retomar un Pacto que debería haberse reunido hace mucho tiempo. Pero ser voluntarioso no significa ser tonto. El Partido Popular tiene bien claro cuál es el camino a seguir, el PSOE no tanto. Y a la vista está cuando hace sólo unas horas hemos asistido a una vergonzosa sesión de insultos que el alcalde de San Sebastián ha dedicado a los valientes del Foro de Ermua. Si desde el PSE se despachan así con los que cada día arriesgan su vida, lo único que cabe pensar es que el presidente del Gobierno debería, antes de nada, poner orden en su propio partido y dotarle de cierta coherencia en el discurso. Sospechamos, sin embargo, que esa no es la intención de Zapatero. Su designio pasa más por perpetuarse en la poltrona a cualquier precio tentando, a un tiempo, a Dios y al diablo.

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