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Juan Manuel Rodríguez

Esta primavera se lleva el complot Laporta-Villar

Esta "película prisaica" de la oscura alianza entre Villar, que no es Diógenes precisamente, y Joan Laporta, basada en el apoyo que le ofreció el presidente del Fútbol Club Barcelona al de la federación, no resiste un análisis serio

Todo vale contra Ángel María Villar desde que el "tapado" de la Cadena Ser perdiera las pasadas elecciones a la presidencia de la federación española de fútbol. Todos a una, como en "Prisavejuna", tratan de apuntalar desde el diario "As" una teoría tan peregrina como descabellada, una infumable teoría de la conspiración (¡ya estamos!) cuyo único objetivo debe consistir, supongo, en hacerles la pelota a los socios y aficionados del Real Madrid para, así, comerle todo el terreno que se pueda al diario "Marca". Esta "película prisaica" de la oscura alianza entre Villar, que no es Diógenes precisamente, y Joan Laporta, basada en el apoyo que le ofreció el presidente del Fútbol Club Barcelona al de la federación, no resiste un análisis serio y, además, ofende a la inteligencia de cualquiera, la de los madridistas sensatos y razonables en primer lugar.
 
Tiene tan poco fundamento ese guiso como el que, en este caso desde los medios deportivos barcelonistas, tratan de hacernos masticar insistentemente todos los años cuando las cosas les van mal: el Real Madrid ganaba las Ligas (las Copas de Europa y las Intercontinentales no, esas debe ser que las ganaba gracias a la oportuna mediación de la Comunidad Económica Europea y la Organización de las Naciones Unidas) gracias al general Francisco Franco; no tuvieron nada que ver en los innumerables éxitos merengues Di Stéfano, Puskas o Gento, estos simplemente pasaban por allí y circunstancialmente iban vestidos de blanco y jugaban al fútbol los domingos en el estadio Santiago Bernabéu. Y cuando contestas que la Guerra Civil terminó en 1939 y que el Real Madrid no ganó otra vez una Liga hasta el año 1955 te responden que era sólo para despistar. Un despiste que duró dieciséis años.
 
La justificación de esta historia –dejando al margen el puro interés comercial– viene dada por un doble motivo. "¿Qué dirían desde Barcelona si hubiera pasado al revés?", se preguntan... Y es cierto que si González Vázquez hubiera armado en el Nou Camp la que montó este sábado en el Santiago Bernabéu, desde Barcelona ardería Troya y volverían a hablar cínicamente de "robo", "atraco" y "centralismo opresor".
 
Paparruchadas. Me parece que la actitud de "fair play" que está teniendo la directiva del Real Madrid es un ejemplo a seguir. Si servidor se abonara ahora a esa idea ventajista de la conspiración "Villar-Laporta" no podría, en lo sucesivo, llamar bodoques con total tranquilidad a quienes la remitan de vuelta en el "puente aéreo". Y lo harán, no les quepa a ustedes duda. Tan seguro estoy de que volverán a hacerlo como de que el caracol, col, col, saca los cuernos al sol.
 
No es que González Vázquez haya recibido una llamada de Villar, ni tampoco que reciba consignas de Laporta, no van por ahí los tiros, qué va. El caso es que González Vázquez es un árbitro malo, muy malo, rematadamente malo. Al pobre le vino grande un partido en el que se estaba jugando la Liga. Pero si realmente hubo llamadita telefónica y, tal y como lo retratan en el diario "As", González Vázquez era un pelele sin personalidad, ¿por qué no remató la faena?... Puestos a sacarse jugadas de la chistera, ¿por qué no pitó otros dos penaltis? ¿Por qué no pitó falta de Zidane en el primer gol? ¿Por qué no expulsó a tres o cuatro más? ¿O señalizó fuera de juego de Ronaldo en el segundo gol?... ¡Menudo complot!... ¡Hubo telefonazo de Laporta a Villar, y de éste a González Vázquez y al final ganó el Real Madrid!... Ya lo entiendo, fue otro despiste.

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