Menú
EDITORIAL

Un muerto sin acta de defunción

Cada vez la dosis de traición al Pacto por las Libertades es mayor, y cada vez ha sido mayor el grado de tolerancia y de insensibilidad que ha mostrado la otra parte del pacto

“A Zapatero lo único que le interesa del Pacto por las Libertades es que el PP no denuncie ante los electores el incumplimiento del mismo por parte del PSOE. Vamos, que encima de ponerle los cuernos, aún pretende que Rajoy los lleve en silencio. Y eso que el candidato popular aún no da por roto el matrimonio, ni se molesta, para denunciar el engaño, en enseñar las cartas de amor que Carod Rovira escribía en el Avui...”
 
Así valorábamos, en febrero de 2004, las reincidentes violaciones al Pacto por las Libertades perpetradas por el entonces candidato socialista a la presidencia del Gobierno, desde que decidiera decapitar políticamente a Nicolás Redondo Terrero y acabar con la defensa conjunta que, hasta entonces, PP y PSOE venían haciendo de la Constitución y el Estatuto de Guernica frente al envite independentista del nacionalismo vasco.
 
Que Zapatero tolerara primero en Cataluña y luego hiciera aliado suyo de gobierno al socio de ETA en Perpiñán era y, por lo visto, ha seguido siendo compatible con la vigencia del Pacto por las Libertades. Que el PSOE, tras la mayor matanza terrorista de nuestro país, arremetiera, para satisfacción de terroristas islamistas y etarras, contra el gobierno del PP, no fue tampoco motivo para levantar acta de defunción del Pacto. Hablamos de acoso a sedes; hablamos de personas que, como Carod-Rovira, habían pedido por escrito a ETA que se situara sobre un mapa antes de atentar contra España; hablamos de quien, como Zapatero, está dispuesto a pactar con el PNV y negociar con ETA para acabar con el Estatuto de Guernica; hablamos de un gobierno que, como el que preside Zapatero, no ha hecho más que agraviar a las víctimas que aquel Pacto venía a defender.
 
Cada vez la dosis de traición al Pacto por las Libertades es mayor, y cada vez ha sido mayor el grado de tolerancia y de insensibilidad que ha mostrado la otra parte del pacto. Y ante tanto complejo, no hay que extrañarse de que Zapatero escriba “esto es lo que hay”. Los sabe cornudos, pero los cree, además, consentidores.

En España

    0
    comentarios