Hasta cierto punto, es normal que si el Gobierno del PSOE ha puesto a la nación en manos de su enemigo interior, que son los nacionalistas catalanes y vascos, sin excluir a los terroristas etarras —con ellos y no con el PP piensa construir el futuro en Cataluña, País Vasco y la paz perpetua en el resto de la antiguamente llamada España—, se dedique ahora a vender carros de combate a nuestro enemigo exterior, que es Marruecos.
Eso sí, la prudencia preside todos sus actos y podemos estar tranquilos. Con la Esquerra Republicana y el PSC, su socio en este Gobierno de coalición que dirige los brumosos destinos españoles, el límite de los acuerdos será la Constitución y el nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña, nada romperá la unidad nacional. La de Cataluña, claro. La de España puede darse por rota desde el momento en que el nuevo Estatuto se basará en la nación catalana, mientras que la Constitución de 1978, como todas desde la de 1812, parte de la Nación Española como fuente única de legitimidad y raíz indiscutible de toda legalidad.
En el País Vasco, el interlocutor de ZP es la ETA, como prueba la ilegalísima legalización del brazo político de la banda etarra, contraviniendo la Ley de Partidos y arruinando el Pacto Antiterrorista, que ha permitido Zapatero como previsible elemento propiciador del diálogo. Hay que añadir las necesarias concesiones al PNV que dicta la inferioridad en número de escaños de López con respecto a Ibarreche, pero, de esta astuta manera, apoyándose en unos y otros y utilizando sabiamente a ambos, Zapatero está seguro de cuadrar el círculo vasco tras redondear con éxito el triángulo catalán.
Lo de Marruecos está en la misma línea de confianza en su capacidad suasoria y en la buena fe de su interlocutor. Tiene la palabra de Mohamed VI de que esos carros de combate, hoy en Ceuta y Melilla, no serán utilizados en el futuro contra esas dos ciudades, cuya anexión pretende Marruecos. Sólo los usará para el Sahara y, tal vez, para proteger los palacios reales y a sus invitados españoles dinástico-socialistas de algún golpe de Estado interno, según la tradición alauita. Por supuesto, podría atacar las dos ciudades españolas con tanques ahora utilizados en el Sahara. Y si no lo hicieran, seguro que antes de atacar esas ciudades permitirían comprobar la matrícula. ¿Pero qué necesidad hay de seguridades cuando existen tan bonísimas relaciones con Marruecos?