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Bono se rinde

Para Bono y Rodríguez Zapatero la guerra no sirve para nada. Excepto para habernos librado del fascismo, del comunismo, de los talibanes y de Saddam. Pero eso a ellos no les importa.

El actual ministro de defensa, José Bono, ha dicho durante una conferencia que dio durante su gira por los Estados Unidos, que “yo prefiero que me maten, a matar”. Tal frase que le acerca estrechamente a la filosofía de los primeros cristianos, él siempre tan piadoso aunque no siempre ponga la otra mejilla y elija ingresarse las plusvalías de la “operación Campamento” antes que reinvertirlas generosamente en las infraestructuras sociales de la zona, le invalida por competo para seguir al frente del departamento de defensa. Es posible que Bono quisiera hacer un chiste ante su audiencia americana, pero como el humor es algo muy serio, como sabemos, en realidad esa frasecilla expone de manera nítida cómo entiende él el papel de los ejércitos y de la defensa nacional.
 
Puede que Bono la soltase porque no crea en la posibilidad de ningún conflicto con España o porque no vea amenaza alguna contra nosotros. Es una posibilidad. Pero se trataría de una opción engañosa porque la realidad es que España no se encuentra libre de amenazas. Ni siquiera puede descartarse un conflicto con nuestro bien amado vecino Marruecos. Por que si no, ¿de qué la cláusula adjuntada a la cesión de los carros M-60 de que no sean desplegados en las cercanías de Ceuta y Melilla? Si el conflicto con Marruecos es un imposible, ¿qué mas daría? Y eso sin recurrir a la manida amenaza terrorista de la que este gobierno no nos ha librado.
 
Con todo, lo peor es que puede pensar un militar cuando escucha a su ministro decir que prefiere morir a matar. ¿Significa que en caso de ataque ordenaría el señor ministro una pronta retirada o la rendición automática? Ser militar no es una profesión cualquiera. La esencia del militar es estar dispuesto a matar y a morir si es necesario en aras de un interés abstracto, de un interés de Estado. Pero ese sacrifico extremo se asume porque se confina en un resultado final, la victoria. Cuando la máxima instancia de la defensa se confiesa abiertamente derrotista, ¿qué moral está inyectando en sus subordinados? Por coherencia, Bono debería dimitir.
 
Ahora bien, es verdad que el problema no es sólo de Bono, sino de este gobierno. Rodríguez Zapatero en su visita al campo de concentración nazi de Mauthausen exclamó ante los pocos supervivientes de aquel horror, “hay que acabar con la locura de la guerra”. Rodríguez Zapatero es de una generación europea que ha tenido el privilegio de no haber tenido que vivir y sufrir una guerra en sus propias carnes, pero eso no le excusa de cierto conocimiento histórico o, al menos, de cierta sensibilidad ante su audiencia. Porque de no ser por la guerra, los supervivientes del holocausto que le escudaban no estarían allí, sino que sería cenizas hace muchos años. De hecho, para seis millones de judíos, la guerra les llegó muy tarde, cuando ya habían sido exterminados. Si las tropas aliadas, especialmente americanas, hubieran invadido Alemania mucho antes se hubieran salvado. No fue posible y fueron asesinados. Para Bono y Rodríguez Zapatero la guerra no sirve para nada. Excepto para habernos librado del fascismo, del comunismo, de los talibanes y de Saddam. Pero eso a ellos no les importa.

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