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Carlos Semprún Maura

La URSE

Hay que reconocer que los partidarios del “no” franceses, son cavernícolas impresentables, pero como dice cierta prensa liberal británica, a fin de cuentas da lo mismo, lo importante es que el “no” triunfe en Francia

A principios de los setenta mi mujer trabajó, durante un periodo, para una empresa, una de cuyas actividades era aconsejar en cuestiones de estilo (creo que a eso se le designa con el barbarismo de “estilista”), a una de las primeras sociedades de venta por correspondencia francesas. Descubrió entonces que dos veces al año responsables de esa sociedad iban a China, para encargar, según modelos europeos, camisas, camisetas, pantalones, etcétera, fabricados en China, aunque la etiqueta “Made in China”, no apareciera siempre en esos productos. Pese a los gastos de transporte resultaba una ganga. Recordaré que han transcurrido 35 años y que por aquel entonces China era un país totalitario en el que dominaba la “planificación socialista de la economía” y por lo tanto reinaba la hambruna. Era un país, además, que aún seguía lamiendo las profundas llagas de su “revolución cultural”, que tanto entusiasmaron en su día a Luis Althusser, Joaquín Estefanía y a muchos más. Cualquiera que NO fuera Presidente de la OMC, el FMI, la OCDE, o ministro de Economía, podía percatarse (y prepararse) a que, con la explosión del bienvenido capitalismo “salvaje” en China, esos riachuelos de exportación se convertirían en potentes Niágaras, y si hoy se trata del textil, mañana serán más cosas.
 
Me refiero a los pantalones chinos, buen ejemplo del inmovilismo galo, porque están en el centro de la polémica sobre el “sí” y el “no” a la Constitución junto al coco del “fontanero polaco” y  los fondos de pensión “californianos”, como a la defensa de los servicios públicos, cada vez más públicos y menos serviciales. Envalentonados por los éxitos del “no” en los sondeos, que superan de nuevo el 50 % (51%, y 53%) en las intenciones de voto sus partidarios se radicalizan, exigiendo cada vez más tajantemente la autarquía absoluta, reivindicando, en una palabra, la URSE (Unión de Repúblicas Socialistas Europeas) copie conforme de la URSS, que tantos éxitos ha logrado como bien es sabido. Los partidarios del “sí”, que copan los medios, hasta el punto que el Consejo Superior del Audiovisual (CSA) ha tenido que protestar, han sacado su último joker, el más rojo de la rojería, Cohn-Bendit, ex “Dany el Rojo”, fanático partidario del “sí”. Le sacan por todas partes. Tiene, desde luego, más labia y don de gentes que el siniestro Hollande, pero repite las mismas sandeces antiliberales. Hay que reconocer que los partidarios del “no” franceses, son cavernícolas impresentables, pero como dice cierta prensa liberal británica, a fin de cuentas da lo mismo, lo importante es que el “no” triunfe en Francia, Holanda y el Reino Unido para tumbar esta Constitución y salvaguardar la posibilidad de una Europa liberal.
 
Como desobedecer a una ley votada en el Parlamento que convirtía el lunes de Pentecostés en día laborable es ilegal, y que en cambio la huelga es legal, los sindicatos fueron a la huelga. No ha sido un éxito, tampoco un fracaso rotundo. Estamos en aquello del vaso a medias vacío, o a medias lleno. El gobierno ha prometido reflexionar sobre el tema, dándose cuenta, por lo visto, que en Francia el Corán tienen otro nombre: Vacaciones.

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