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Isabel Durán

Menos cronómetro y más investigación

Las preguntas sin respuesta sobre el 11-M son tantas y tan variadas que dan para una enciclopedia, que bien podría llamarse “la espasa del cambio de régimen”. Así, que menos cronómetros y más investigación

Ahora resulta que el juez del Olmo se nos “agarzona”. Previa exclusiva de la cadena amiga, el juez, pertrechado de ocho policías y la fiscal del caso Olga Ramos, acude cronómetro en mano al lugar de la matanza. Flashes incluidos. Y así, los espectadores del mundo entero verán cuán diligente es la justicia española en la lucha contra el crimen, y en especial, cuán voluntariosa en su afán por esclarecer la verdad sobre el 11-M.
 
Lo siento pero no cuela. Baltasar Garzón, curiosamente desplazado cual ave migratoria en su nada silvestre refugio norteamericano con los parabienes de los hombres de Polanco, creó la escuela del juez estrella y siempre hay quien recoge el testigo. Y ahora tras su viaje entre su hogar de verano y el invierno de respuestas congeladas que nos deja no sólo queda su escuela sino que reaparece su nombre extrañamente relacionado con el 11-M. Primero fue irrupción en el escenario por voluntad propia, cuando aseguró que desde el primer día sabía que el explosivo de los atentados no era titadine y que se trataba de terrorismo islamista. Ahora, de forma involuntaria. ¿Cómo es posible que un escolta sirio del juez Garzón fuera el policía que liberó los móviles a los terroristas del 11-M, fuera además antiguo espía soviético, su hermana, la traductora oficial de los terroristas y su “ex” una de las policías que descubrió la famosa furgoneta Renault Kangoo?;
 
Pero otros muchos son los interrogantes que se ciernen sobre el esclarecimiento de la causa. Como muestra, algunos botones. ¿Cómo es posible que la única mochila “superviviente” de los atentados, la número 13, apareciera por arte de birlibirloque en una comisaría de policía, sin que nadie sepa a estas alturas quién la llevó allí, que además se ocultara información al juez sobre que nunca pudo estallar porque no tenía los cables conectados y que, casualmente, fuera la mochila clave para el “esclarecimiento” de la verdad dirigida hacia supuestos terroristas que no eran mas que cuatro desgarramantas de Lavapiés pero cuyo origen moro volcaba el resultado de las elecciones generales?; ¿Y cómo es posible que esa misma mochila, cuya imagen dio la vuelta al mundo al ser fotografiada por una cadena norteamericana, no fuera la tal mochila de los atentados sino una bolsa puesta ex profeso por un policía para estafar a la opinión pública mundial y que todavía no sepamos la verdad?; ¿Y cómo es posible que, dos miembros con carné del PSOE, hasta el momento estuvieran directamente relacionados con los atentados hasta el punto de que uno de ellos, alto cargo en Asturias fuera asiduo visitante en la cárcel de uno de los cerebros del terrorismo islámico en España, y el otro, un afiliado al PSOE de San Blas, sea directamente imputado como uno de los terrorista del 11-M?
 
Con la reconstrucción judicial de los atentados ante las cámaras todo parece indicar que se abunda en las evidencias, mientras las oscura nube de inquietantes interrogantes crece día a día presagiando una temible y tenebrosa tormenta de verdades ocultas. Las preguntas sin respuesta sobre el 11-M son tantas y tan variadas que dan para una enciclopedia, que bien podría llamarse “laespasadel cambio de régimen”. Así, que menos cronómetros y más investigación.

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