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EDITORIAL

La indignación de las víctimas y la esperanza de sus verdugos

Esa manifestación puede ser, ciertamente, el detonante para que una gran mayoría de españoles, todavía anestesiados por la infatigable propaganda de este gobierno del 14M -y de no pocos acomplejados-, despierten de su letargo

El PSOE, y cuantas formaciones han dado su respaldo a la disposición del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero a negociar con la banda terrorista ETA, saben, perfectamente, lo mucho que se juegan ante la manifestación convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Esa manifestación puede ser, ciertamente, el detonante para que una gran mayoría de españoles, todavía anestesiados por la infatigable propaganda de este gobierno del 14-M -y de no pocos acomplejados-, despierten de su letargo.
 
La indignación, que no nubla la razón moral, estratégica y política de las víctimas y que no quiere ver a nadie dispuesto a contentar –y menos, el parlamento- ninguna aspiración de sus verdugos, puede hacer despertar a muchos españoles mucho más de lo que les puede ensimismar la cínica sonrisa de un presidente que ya ha demostrado ser capaz de poner en jaque a España como nación y como Estado de derecho; todo, con tal de satisfacer a sus aliados secesionistas.
 
Por eso, en una campaña de presión con pocos antecedentes, los aparatos políticos y mediáticos de este gobierno y de sus aliados se han puesto frenéticamente, tanto a silenciar la ira de las víctimas, como a desvirtuar la no menos lógica esperanza de sus verdugos. Eso, por no hablar de cómo quieren sofocar las protestas de tantos y tantos socialistas que no votaron ni se adscribieron a este partido para dar el visto bueno a lo que está propiciando. Muchos de ellos se juegan la vida desde hace años para evitarlo.
 
Lo que sí resulta de un cinismo ilimitado es la rapidez con la que ministros como Bono o Aguilar han salido a la palestra para hacer ver que se sienten ofendidos por la lógica satisfacción con la que Otegui y los proetarras han recibido la disposición oficial del gobierno a negociar con los terroristas. ¿Acaso Bono y Aguilar no han votado a favor de esa propuesta? ¿O lo que se trata es de maquillar, precisamente, que ambos lo han hecho?
 
Si el optimismo de los terroristas desenmascara a este gobierno del 14-M, no menos lo hace la indignación de las víctimas. El gobierno trató hace meses de neutralizarlas, tratando de lograr su visto bueno a las futuras excarcelaciones de sus verdugos. Luego trataron de difamarlas, pero es que ahora mismo están tratando de dividirlas y de que su voz no encuentre eco en los medios de comunicación. Este mismo miércoles, el Alto Comisionado para las Víctimas -que sigue sin presentar la dimisión pese a las numerosas peticiones de sus supuestos representados-, ha tratado de cambiarles el guión de lo que iba a ser su próxima reunión. Ante la pública protesta de las víctimas, se ha desdicho y ha tenido la desfachatez de mentir asegurando que no va a haber ningún diálogo con ETA. Como si ya hubieramos olvidado la oficial disposición del Gobierno, como si, de hecho, ese “diálogo” ya no hubiera comenzado.
 
Tal es el deseo y el esfuerzo destinados a sofocar la convocatoria de las víctimas que hasta los pocos medios de los que dispone la oposición, son objetivo –algunos de ellos muy voluntarios- de las manipulaciones del Gobierno. El Ejecutivo de Zapatero está tan deseoso de que el PP vuelva al perfil bajo, más aun en este decisivo asunto, que no ha dudado en utilizar a su favor, una vez más, los complejos centristas de algunos medios. Pero Rajoy, tanto como Acebes, ha dejado claro que va a seguir sin hacer caso a más de una carta dominical. Si el líder del PP denunciaba el martes el “travestismo de algunos medios”, Acebes ha dejado bien claro que la supuesta distensión que algunos han querido ver entre el PP de Rajoy y el PSOE de ZP, no es más que una manipulación filtrada por Moncloa.
 
Ciertamente, tal y como venimos desde hace tiempo denunciando, algunos están empeñados en que el PP rechace lo repugnante con un “débil desagrado o mohín de displicencia”. Las víctimas, no están por la labor. El líder de la oposición, tampoco. Están muy bien acompañados.

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